Un divertido juego de mesa se basa en resolver misterios únicamente mediante preguntas de sí o no, obligando a estrujarse el cerebro para ir deduciendo los detalles de cada suceso, algunos de ellos realmente excéntricos e inverosímiles, poniendo a prueba lo que se conoce como pensamiento lateral o creativo.

La gracia del juego consiste en hacer las preguntas adecuadas, evitando los prejuicios y sesgos cognitivos que suelen dominar nuestros razonamientos, demasiadas veces imprudentes e impulsivos, como ya demostró el psicólogo Kahneman en sus estudios sobre la toma de decisiones que le valieron el Nobel de Economía en el año 2002.

Desde el levantamiento del estado de alarma los temidos rebrotes por COVID-19 ocupan portadas y telediarios mañana, tarde y noche. Un hecho que se esperaba y que nos va a acompañar durante largo tiempo, al menos mientras siga sin existir un tratamiento y vacuna eficaces para reducir al máximo la virulencia de esta terrible enfermedad.

"Sanidad lanza un vídeo para concienciar a los jóvenes", "Simón alerta de que hay jóvenes graves ingresados en la UCI por coronavirus" o el más indignante "¿Por qué bajan la guardia los jóvenes frente al coronavirus?", son algunos titulares que desde hace semanas vienen repitiéndose en medios de comunicación de casi cualquier color y signo, activando en el imaginario colectivo una misma idea: la culpa de los rebrotes es de la gente joven.

Sin embargo, el único dato objetivo que conocemos es la bajada de la edad media de las personas contagiadas, de los 60 años en pleno confinamiento a los 40 de la última semana. También que los rebrotes se producen cuando se relajan las medidas de prevención en contextos de ocio y encuentros familiares. Ningún estudio señala claramente a las personas jóvenes como más irresponsables o imprudentes que el resto de la población.

Miles de jóvenes MIR y EIR siguen luchando en primera línea para combatir esta pandemia. Jóvenes riders no han dejado de trabajar en los peores momentos, igual que en supermercados, logística o a través de ONGs, ayudando a las personas más vulnerables a salir adelante. Ni qué recordar que la mayoría convivimos con personas adultas y mayores, en muchas ocasiones con problemas de salud o de alto riesgo.

¿Por qué este señalamiento? ¿Por qué estas generalizaciones de malos ejemplos? O mejor, ¿por qué no nos paramos a pensar, como sugirió Kahneman, antes de prejuzgar? Cuando seas joven, lo entenderás.