El confort térmico en las ciudades depende de varios factores no controlables como son en primer lugar los factores meteorológicos, la temperatura, la humedad relativa, la velocidad del viento y la radiación solar. Pero hay factores que son controlables, como son la morfología urbana, la cantidad de suelo verde y la cantidad de terreno ocupado por edificios. La planificación urbana que tiene entre uno de sus objetivos multidisciplinares mejorar el confort térmico en las ciudades ha de incidir en los factores controlables. Es importante aumentar la cantidad de suelo verde en las ciudades, promover por ejemplo la creación de huertos urbanos en las ciudades, que disminuyen la isla de calor urbana. También es importante crear parques urbanos que favorecen la disminución de la temperatura en estas áreas y zonas urbanas contiguas, disminuyendo las necesidades de climatización de los edificios.

Pero también es importante planificar unas ciudades con una morfología determinada que impida el aumento térmico por la diferente capacidad térmica de los materiales urbanos que se calientan más que el terreno natural. Por ejemplo se ha de elegir una morfología urbana que disminuya la temperatura media radiante y la temperatura del aire, con un factor de visión del cielo que no sea muy baja.

Así los edificios proyectan sombras en la calle, lo que disminuye la sensación de calor por la radiación directa, y deben estar suficientemente espaciados los edificios para permitir el paso de viento, lo que aumenta el confort térmico. También es importante la selección de los lugares donde poner árboles en la calle que también impliquen un descenso en la temperatura y la temperatura media radiante. También es importante planificar unas ciudades donde no sea muy necesario el transporte privado para disminuir el calor antropogénica generada por los edificios, y promueva el transporte público, en bicicleta o a pie.