Los sustitutos' es el título de una película de 2009 donde Bruce Willis patrulla una sociedad en que la gente, desde la seguridad de sus casas, vive su existencia por control remoto a través de robots sustitutos. Hasta la aparición de un crimen inexplicable, distancia social, distopía al límite, y economía próspera parecían converger. No creemos que esto vaya a funcionar así en España donde ya no sirve la experiencia de lo ocurrido en 2017, tras la gran depresión, cuando turismo, servicios y exportación explicaron nuestra vigorosa recuperación. Ahora la pandemia hunde el 18% del PIB, alterando dramáticamente las relaciones sociales (la metáfora serían los robots) y cifrando nuestra recuperación en el buen uso de los Fondos Europeos. Para no caer en la distopia hay que mirar con esperanza, pero también con fundamento, el futuro que racionalmente nos aguarda.

Estamos en la era digital, aunque en España y en la UE, hay que vivirla humildemente ya que el papel innovador que tenemos en ella es muy escaso, siendo lo realmente importante incorporar, cuanto antes, las habilidades digitales básicas, que en España el 43 % de personas entre 16 y 74 años dicen carecer, un porcentaje en la media europea. Partiendo del liderazgo digital de EE UU y China, retengamos que la Europa de la deslocalización supo bruscamente que, aunque las mascarillas no eran 'high-tech', cuando las necesitó no estuvieron disponibles. Un argumento a recordar para seleccionar los proyectos del Fondo de Recuperación y Resiliencia (FRR), uno de los recursos que nos hemos dado para encarar el post-covid. Quedan pocas dudas acerca de que los canales digitales serán el centro de todas las interacciones, convirtiéndose en el vínculo principal (y, en algunos casos, único) del compromiso entre administración y ciudadano. La resiliencia (la autonomía estratégica en sanidad y en producción) obliga a avanzar en la curva de adopción de estas competencias. Una exigencia política de primer orden en la Europa post-covid.

En materia digital (equipos, sistemas operativos, etc.) al igual que con las mascarillas, Europa no es autónoma. Tenemos que asumir que a la largo de la última generación las tecnologías de la digitalización han superado al ecosistema europeo. Recurrir al FRR no es hablar de grandes descubrimientos sino de asegurar el papel de la digitalización, cuyas habilidades y conocimientos básicos, la Unesco tiene perfectamente actualizados. En la relación que sigue incluimos intencionalmente productos comerciales (desgraciadamente no europeos, en pleno debate del papel monopolístico de las Gafam en el mundo post-covid. Sin estas herramientas es imposible pensar en un aprendizaje real del 42% que nos ocupa. Esto es básico para el ciudadano:

1) Procedimientos propios de cada dispositivo personal (teléfono móvil, y/o tableta y/o PC): Dominio de la información correspondiente al encendido del dispositivo y de su sistema operativo (Windows, i-OS, Android) uso de sus claves y del medio correspondiente (teclado, ratón, pantalla táctil). Conectar el dispositivo a una red Wi-Fi segura y protegida para acceder a Internet. Abrir un navegador (Chrome, Internet Explorer, Safari) para buscar y acceder a sitios web, etc.

2) Comunicaciones. La importancia de comunicarse de forma segura, usando correo electrónico y plataformas de mensajería (WhatsApp, Messenger). Interaccionar con las administraciones para trámites e informaciones oficiales. Configurar y usar la videotelefonía (Zoom, Skype); moverse en sitios de redes personales, como Facebook, etc...

3) Búsqueda y manejo de información. Usar motores de búsqueda (Google, Edge) Entender que no todo contenido en línea es confiable (incluso enciclopedias tan prestigiosas y solidarias como Wikipedia). Usar la nube como ubicación remota complementaria del sistema de almacenamiento de su equipo. Aprovechar las colecciones con contenidos de entretenimiento: películas, música, juegos y libros, desde sitios legales especializados en cada producto: Apple iCloud, Instagram, Spotify o Apple Music, Netflix, Amazon Prime, etc.

4) Transaccionar. Configurar cuentas en línea para servicios de las distintas administraciones. Acceder a los servicios en línea (reserva de viajes, citas médicas, respuesta a ofertas de trabajo, etc.) incluidos los formularios y seguimientos correspondientes.

5) Ayuda para la resolución de problemas. Catálogos, tutoriales, preguntas frecuentes, etc.

6) Seguridad y legalidad. Conocer los riesgos y amenazas involucrados en la realización de actividades en línea y la importancia de trabajar de forma segura y respetando los derechos de otros.

Hablamos de dispositivos baratos, comprensibles, técnicamente frugales y 'europeos', con un sistema operativo que ninguna decisión externa pueda yugular, sobre el cual ejecutar aplicaciones con interfaces hombre-máquina pensadas para todos y no solo para iniciados en la cultura digital. Una razonable exigencia de habilidades digitales es crucial para incorporar a aquellos que por las razones que sean, no las han adquirido. Si después de los esfuerzos del FRR, muchos siguieran rechazando y despreciando estas habilidades básicas, como en el caso de los antivacunas, tendremos un grave conflicto entre derechos y deberes del individuo con la sociedad.

¿Dónde podemos liderar las grandes transformaciones? En el ámbito de lo verde, ligando y subordinando a ello la transformación digital, una actividad que sin cambiar las fuentes de energía primaria contamina tanto como la aviación comercial. Las inversiones del FRR tienen esa doble finalidad vinculándolos a la garantía del cumplimiento del pilar de derechos sociales. Este es el camino más sólido, dentro de todas las incertidumbres que la pandemia nos ha provocado.

La voluntad actual de establecer una estrategia convergente, entre las instituciones, ayuntamientos, CC AA y Gobierno, junto al escenario de dialogo social con sindicatos y patronal, con el concurso, desde la lógica y experiencia de las casi 2.000 empresas de más de 500 trabajadores, puede abrirnos un escenario, sin hacernos trampas en el solitario, que manteniendo al pueblo español tal cual somos, nos permita reducir la fuerte dependencia de nuestra estructura económica de la construcción y el turismo. Recuperación y resiliencia no es intentar volver a lo que en un pasado próximo dábamos como sólido. Los complejos sustitutos de la vieja economía son digitalización, pacto verde y valentía para afrontar un inevitable parón del consumo. Esperanza, pero también fundamento y verdad.