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Matías Vallés

Al azar

Matías Vallés

El 'casting' de Felipe VI en Mallorca

Al quedar cancelada la abdicación de 2014, una vez que el donante Juan Carlos I de las mil y una noches se ha sumido en el descrédito, Felipe VI ha de ganarse el trono cada día. Es un desenlace inesperado para quien pensó que nunca debería demostrar que podía ser Rey, por llevar esa condición impresa en su pasaporte genético. Claro que su padre tampoco imaginó que acabaría exiliado en el desierto, asándose a cincuenta grados de cambio climático.

El cargo antaño vitalicio de Rey tiene hoy menor duración garantizada que los cuatrienios de los mandatos democráticos. Una de las desventajas de la República sobre la Monarquía es que los presidentes deberían ser soportados durante más tiempo que los reyes.

La fragilidad agudiza el ingenio, así que Felipe VI ha querido corregir el regusto amargo que deja su padre, sometiéndose a un casting maratoniano en Mallorca. La audición para ganarse el trono ha sido más dura de lo habitual, ni una superproducción de Hollywood examina durante diez días al aspirante a protagonista.

Sometido a un ritmo vertiginoso con etapas en lugares que un Rey nunca hubiera imaginado visitar, Felipe VI ha demostrado una notable combatividad para sobrevivir al peor momento de la corona. Le favorece incluso la estampa ingenua del sempiterno príncipe. Dado que se trataba de evaluar una actuación, le cuesta disimular sus sentimientos, por contraposición con la feroz sinceridad de su esposa.

El mensaje de Felipe VI en Mallorca se traduce por "estoy dispuesto a rebajar mis exigencias a este nivel, con tal de mantener el trono". La transacción contrasta con la mirada falcónida de Letizia Ortiz, a resumir en "no me sacrifiqué a ser Reina para encima rebajar mis exigencias".

El casting de Felipe VI no le obligaba a suprimir a su padre, sino a sus padres en lote. El confinamiento de Sofía de Grecia en Marivent durante las vacaciones de la segunda Familia Real es más cruel que la expulsión de Juan Carlos I de La Zarzuela, aunque cumple las instrucciones de la reina Letizia. Ni una aparición de las nietas junto a la abuela.

Se acabó la pareja profesional de Juan Carlos y Sofía, bienvenidos a la inestabilidad consolidada de Felipe y Letizia. El broche de las vacaciones baleares ha consistido en confirmar el martirio a la parrilla del anterior jefe del Estado en Emiratos. Se trata sin duda del destino ideal para licenciar a una persona investigada por recibir comisiones en al menos dos países árabes.

La semana de inusual transparencia de los Reyes, caracterizados por la agenda más opaca de Europa, debe contemplarse desde la perspectiva del Boletín Oficial de la monarquía. En efecto, ¡Hola! inundó su portada con el retrato de la Princesa Leonor y de la lesionada Infanta Sofía. Ni rastro de sus padres, aquí todavía manda Sofía de Grecia.

El casting populista de los Reyes les ha liberado de los restaurantes caros, de la navegación de lujo y, sobre todo, de la engorrosa recepción a los provincianos. A pesar del encomiable esfuerzo, y según puede comprobarse sin salir de este artículo, la imagen de Felipe VI se desvanece en cuanto aparece Juan Carlos I, que debe gozar de excelente salud para soportar las inclemencias del ferragosto arábigo. Isabel II, la tía Lilibeth de los Borbones, no ha cometido el error de abdicar.

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