Si preguntamos a los jóvenes cuáles son sus héroes, la mayoría nos hablará de 'youtubers', futbolistas o personajes de la televisión, pero muy pocos mencionarán a investigadores, científicos o inventores. La sociedad, que se movía hacia un modelo de heroísmo vacío y artificial, en el cual a veces es más importante el número de seguidores en las redes sociales que los valores éticos y morales, ha dado un giro repentino debido a la reciente pandemia de la covid-19, y de repente nuestro modelo de heroísmo tiene un enfoque diferente.

La irrupción del coronavirus puso del revés nuestras vidas y el mundo que conocíamos, que sin duda no volverá a ser igual. En este tiempo han aflorado sensibilidades en nosotros que estaban dormidas, tales como el sufrimiento ajeno, la desigualdad o la injusticia. Y hemos potenciado durante el confinamiento virtudes como la disciplina, la constancia, la determinación o la responsabilidad individual de nuestros actos.

Sin duda, toda una experiencia vital que ha puesto en valor a otros héroes del nuevo mundo: los científicos, investigadores e innovadores que están utilizando la tecnología para conseguir un futuro mejor para todos. Habíamos olvidado su papel, su importancia, porque estos héroes, muchas veces anónimos, no han tenido la repercusión en los medios de comunicación que se merecen; repercusión que es imprescindible si queremos que sirvan de modelo y de inspiración a las próximas generaciones. Pero este nuevo movimiento lleva varios años forjándose de forma especial y simultánea a nivel mundial entre la gente joven, muchos de ellos nativos digitales. Todas nuestras esperanzas de futuro están depositadas en ellos para combatir las grandes amenazas o retos actuales de la humanidad: la salud, la pobreza, el hambre, el cambio climático, la educación o la desigualdad.

Y si algo tienen en común estos nuevos héroes que van a cambiar el mundo que hoy conocemos, es su convencimiento de que la tecnología es la herramienta clave que deberíamos utilizar para este digno propósito. Existen muchos buenos ejemplos, y para ilustrar este artículo he elegido cuatro de ellos.

? Harsh Agrawal. Un joven investigador de la India al que le encanta tocar la guitarra, mientras sueña con luchar contra problemas globales como el cáncer de páncreas, uno de los cánceres más mortales en el mundo, con una tasa de supervivencia inferior al 7 %. Actualmente existe una necesidad urgente de desarrollar un sistema económico de detección temprana de esta enfermedad, generalmente diagnosticada mediante escáner (demasiado caro), biopsia (un procedimiento invasivo) o análisis de sangre (con bajo porcentaje de fiabilidad). Después de una intensa investigación, Harsh ha desarrollado CANCEReX, una innovadora tira que utiliza saliva para detectar el cáncer de páncreas en las primeras etapas. En comparación con los métodos de detección tradicionales, CANCEReX es 95 veces más barato y mucho más rápido. Harsh ha sido galardonado con el Premio Bal Shakti 2020 por el presidente de la India, el mayor honor que cualquier persona menor de 18 años podría lograr en ese país.

? Doreen Michael. Una joven de Tanzania que está decidida a luchar contra la crisis de enseñanza en África, en donde 1 de cada 3 niños no asiste regularmente a la escuela, lo cual además de suponer un potencial sin explotar, implica un peligro mucho mayor ya que estos niños pueden ser reclutados por grupos armados. En 2019, Doreen creó Renotify, una plataforma digital para garantizar que los estudiantes en Tanzania asistan a la escuela, tengan un ambiente educativo positivo y logren el éxito académico. Renotify permite a maestros, estudiantes, padres y al Ministerio de Educación, acceder a la información de los alumnos (asistencia, calificaciones e informes individuales), y a los datos de la escuela en cualquier lugar y en cualquier momento. La plataforma ha servido, en las escuelas en las que se ha implementado, para reducir el absentismo y mejorar el rendimiento escolar de forma impresionante. En palabras de Doreen, «la tecnología es un potente habilitador que reduce distancias en la educación, y la educación es el instrumento más poderoso para eliminar la desigualdad y la pobreza».

? Guillermo Martínez. Un ingeniero madrileño que trabajaba en una fábrica de juguetes. Hace unos años se compró una impresora 3D con sus ahorros y empezó a investigar en su tiempo libre cómo podría fabricar prótesis. Cuando estaba preparado para viajar a Kenia para un voluntariado, miró a su alrededor en su habitación y la vio llena de manos, y entonces pensó que tal vez una ONG podría ayudarle a que fueran a parar a gente que las necesitara. La Organización Mundial de la Salud calcula que hay unos 80 millones de personas en todo el mundo que necesitan una prótesis y no tiene acceso a ellas. Guillermo lleva desde aquel viaje fabricándolas y enviándoselas a todos aquellos que las solicitan, a veces de forma personal y otras a través de varias ONG. El proyecto se llama Ayúdame3D y junto con un equipo de voluntarios ya han conseguido enviar 11.000 prótesis y otros dispositivos alrededor del mundo.

? Hasham Tanveer. Un joven de Pakistán que ha desarrollado Solvify, un material súper absorbente que puede revolucionar las prácticas agrícolas convencionales. El agua nos rodea en los océanos, que cubren casi las tres cuartas partes de la superficie del planeta, y en los casquetes polares y los glaciares de montaña. Pero el agua en muchas partes de la Tierra es inaccesible, y las necesidades están creciendo. Todo lo que hacemos requiere agua, para beber, lavar, cultivar alimentos y para la industria. Esta situación es especialmente crítica en el sur Asia, muy susceptible a las inundaciones y las sequías. Allí la vida cotidiana no trata de prosperar, trata de sobrevivir. La partícula súper absorbente Solvify, que está hecha de materiales de desecho no peligrosos y biodegradables, puede retener agua que pesa 500 veces su propio peso. Cuando se aplica al suelo, se reduce la necesidad de agua en un 70%, y aumenta el rendimiento de los cultivos. Hasham está explorando actualmente cómo usar Solvify para hacer que las tierras afectadas por la desertificación puedan volver a cultivar, lo que supondría un gran avance para todo el planeta.