Opinión | tribuna abierta

Milagros García Barbero | Profesora de salud publica de la UMH. Exdirectora de la OMS de sistemas de salud

La vuelta al cole y las medidas preventivas

La Comunitat Valenciana es una de las pocas comunidad autónomas que ha elaborado un plan de adaptación de los colegios a la situación creada por la covid-19, que ha garantizado 200 millones para ampliar aulas y contratar más profesores. ¿Qué se ha hecho en los últimos 5 meses, aparte de hablar de la importancia de la educación presencial y lanzarse dardos de un partido a otro, para tener los colegios preparados? Se decida ahora lo que se decida, hagan lo que hagan, ya vamos tarde, muy tarde.

La vuelta al colegio es una necesidad pedagógica y social tanto para para los niños como para las familias. Los niños van al colegio no solo a aprender las asignaturas, sino a aprender a relacionarse con otros niños, trabajar en grupos y equipos, y adaptarse a una disciplina; en resumen, a desarrollarse en el sentido más amplio de la palabra. Está claro que no hay una única solución para la vuelta al cole y que las medidas que se tomen tienen que ser individualizadas, me atrevería a decir que por colegios. Las medidas son las mismas que se aplican en otras situaciones y sobre el papel están claras: distanciamiento, mascarilla, lavado de manos y mantenimiento de grupos estancos.

El problema es como aplicarlas en los colegios, ya que es difícil que los niños mantengan la distancia y cada colegio es un mundo, en tamaño, espacios de clase y de recreo o actividades extraescolares, número de niños por clase, número de profesores, necesidad de transporte o proximidad al domicilio... Y cada familia, otro: número de convivientes en casa, trabajo de los padres, habitabilidad del hogar, posibilidades de educación 'online', poder afrontar el coste de las mascarillas... Las dos juntas pueden ser una bomba de relojería, educativa y epidemiológica, si se diera el caso de que se combinaran las peores situaciones de cada una.

Distintos países, en los que los colegios empiezan en el mes de agosto, han aplicado diferentes medidas dependiendo de las circunstancias y la cultura del país, haciendo énfasis en el distanciamiento (Finlandia), lavado de manos (Escocia), grupos estancos (Noruega) o mascarillas (Alemania). La estrategia seguida por el Reino Unido, Dinamarca y Finlandia, entre otros, se ha basado dar unas pautas de actuación -qué hacer y como hacerlo- para que cada colegio las adapte a sus circunstancias. Todas las guías que se han publicado en estos países priorizan la necesidad de la educación presencial y la disminución del riesgo de infección, teniendo en consideración las características infectivas de la covid-19 en la población infantil. En estas guías para la reapertura de los colegios se indican todos los elementos esenciales que los colegios deben cumplir, pero cada uno debe adaptarlos a sus circunstancias, y han creado una sección de asesoría a los colegios, que lleva funcionando desde hace meses. Todas las guías incluyen las mismas medidas: pupitres mirando al frente, distanciamiento, grupos estancos o mascarilla, lavado de manos frecuente y al entrar y salir, limpieza de material escolar al entrar y salir, entradas y salidas del colegio escalonadas y distanciamiento entre profesores y niños y adaptación de horarios, pero son los colegios los que las adaptaran a sus posibilidades. Un colegio puede separar los pupitres desde 2 metros a 1, y reforzar o no el uso de las mascarillas.

Mirar lo que han hecho otros países y sus resultados no siempre es la solución, pero permite adaptar ideas ya probadas a las situaciones concretas a nuestro entorno. Todos los expertos coinciden en que deberían adoptarse una medidas comunes en todas las comunidades autónomas y en realidad lo que deberían sentarse son unos indicadores base que permitieran adaptar las medidas a las situaciones concretas. Estos indicadores o estandares deberían tener en cuenta, por una lado, la situación epidemiológica de la zona escolar, no de la autonomía, ni siquiera de la ciudad (cuanto mas grande sea la ciudad mas diferencias habrá entre zonas). Los epidemiólogos proponen que el número de contagios debería ser inferior a 25/ 100.000 habitantes, pero ¿en qué espacio geográfico? ¿Tienen el mismo índice de contagios València, Castelló o Alicante en la Comunitat Valenciana,? ¿O Madrid capital y cualquiera de los pueblos a 50 kilómetros? ¿O ese pueblo en que se ha infectado casi totalidad de la residencia de ancianos? ¿O un barrio residencial y un barrio dormitorio? Está claro que no, y por lo tanto las medidas concretas a tomar no pueden ser las mismas.

El problema debería enfocarse desde la perspectiva de las diferencias de unos colegios a otros, y de unos barrios a otros. La realidad es que como en casi todas las situaciones negativas de la vida, la mayor incidencia del coronavirus se da en las clases menos favorecidas, cuyos niños van a los colegios del barrio, con menos espacio, más masificados y con menos profesores y que además tienen menos facilidades en casa, espacio, conexión a internet o un ordenador personal para poder seguir la clases 'online'.

España es un país donde el dicho 'café para todos' se aplica en las más diversas situaciones: la longitud y número de créditos de las carreras universitarias, independientemente de las necesidades formativas, las becas de formación sin tener en cuenta el coste de la vida de la ciudad, etcétera. En estas decisiones políticas suelen primar los intereses de grupo y el miedo a ser acusados de sectarismo, sobre la racionalidad basada en las necesidades reales, en este caso de aprendizaje. A ello se une la estrategia política de los partidos basada en el 'de qué se trata, que me opongo' y que hace que los problemas que realmente preocupan a los ciudadanos pasen a un segundo plano en las discusiones parlamentarias.

Esperemos que en esta ocasión se llegue a un consenso racional, aplicable y flexible y se proporcionen los medios necesarios para poder implementar las medidas necesarias. Es necesario que las comunidades autónomas analicen la situación de los distintos colegios y les ayuden, financiera y organizativamente, a cumplir con las normativas que se establezcan. Se habilitó un fondo de 2.000 millones para educación. ¿Sabemos en qué y cómo se ha empleado o cómo se ha distribuido? Si no disecamos el problema, analizamos las distintas situaciones y aplicamos medidas adaptadas a cada situación, las soluciones serán malas para todos.

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