Tras reiterar el mandamás que no está por la labor de que Leo salga, seguidores del City y los consiguientes cachondos que se apuntan a un bombardeo lanzaron la siguiente consigna a los cuatro vientos: «Freedom for Messi». Se ve que con el Brexit están más salaos estos british.

Cuando por juego, conquistas y crack la sociedad ha alcanzado la universalidad, el virus secesionista inoculado con la aquiescencia del plantel de gerifaltes ha sembrado estrechez de miras y la propagación desde ese foco de brotes entre culés repartidos por Almería, Mérida, Talavera... y medio mundo, perplejos los pobres ante el cambio de rumbo emocional y de colores provocado por las banderías. Y lo que es peor: sin poder echar la culpa del abuso de poder a Franco ni a Madrid ni a Sánchez ni a Florentifigo siquiera. Hasta Albert Rivera, dios mío, es soci.

Aunque no haya abierto el pico ni a la hora de anunciar una espantada porque donde ha hablado de sobra ha sido en el campo, el pequeño ruiseñor sí que ha ido fijándose en lo que le rodea sin perder detalle. Y, claro, ha avistado el derecho a decidir convertido en primer mandamiento aún sin contar con respaldo legal ni dentro ni internacionalmente según el Supremo. Así que, antes de ponerse vintage con el burofax, llamó al parecer a su coaching y Pep debió dar un respingo, sintiéndose el hombre medio indispuesto y hasta con el corazón partío entre el deseo de independencia al compás de la proclama que él mismo corea y el riesgo a la morterada que la pirueta podría acarrear a su jeque de cabecera. Es lo bueno de andar escasito: que esos dilemas, nos los ahorramos.

Leo ha carecido de la leyenda con que nació Maradona desde Cebollitas en su barrio de miseria. Se ve que notó la necesidad de creársela a contratiempo y no le ha quedado otra que recular desde la postura radical para buscar una salida. Pero ha debido sentirse tranquilo, consciente de que para el embrollo siempre le quedaría agarrarse al método empleado por el 'prucés'. Més que nítido, auténtico tiquitaca.