He escuchado al presidente del Gobierno en el último pleno celebrado en el Senado, lamentar "profundamente" la muerte del etarra Igor González en la cárcel de Martutene, donde cumplía prisión por pertenencia a banda terrorista. González era miembro del Comando Donosti, uno de los más sanguinarios de ETA, al que se le atribuye entre otros asesinatos, la muerte del concejal de Ermua, Miguel Ángel Blanco.

No solo me han sobrecogido estas palabras sino también que se refiriera a la banda ETA y omitiera Terrorista. Al igual que hiciera el ex presidente José María Aznar al referirse a ETA como Movimiento Vasco de Liberación, en plena negociación entre el Gobierno y los etarras y que supuso de facto, el acercamiento de presos a cárceles próximas al País Vasco y la puesta en libertad de 210 terroristas. Fue el pago que el Gobierno dio por la tregua de ETA.

Hay que decirlo con todas las palabras: banda terrorista ETA, que es lo que han sido: Unos asesinos.

Supongo que es el peaje que tiene que pagar el presidente del Gobierno Pedro Sánchez para contentar a sus socios de EH Bildu, que no tardarán en organizarle un homenaje en su pueblo natal, como hacen siempre que fallece un terrorista o ponen en libertad a uno de los suyos.

La diputada de EH Bildu Mertxe Aizpúrua ha dicho que era una muerte evitable. Lo que sí fue evitable, totalmente evitable porque no tuvo ninguna justificación posible y no lo hicieron porque no quisieron, prefirieron seguir matando es todo el sufrimiento que infligieron en la sociedad vasca y española durante los años que ETA sembró el terror con atentados y muertes casi a diario, pegando tiros en la nuca o colocando bombas lapa.

Lo que hay que lamentar profundamente son los cerca de mil muertos que dejó la banda terrorista ETA. Las familias rotas por tanto dolor.

El mal llamado conflicto vasco nunca ha existido como tal. Lo que hubo fue una guerra declarada por parte de los terroristas contra todos aquellos que no pensaran como ellos. Su argumento no era la palabra, que es lo que hace cualquier demócrata sino las pistolas.

¿Por qué el presidente se ha referido a este terrorista que ha muerto en la cárcel y no lo hace por ejemplo con cualquier otro preso de los que mueren a diario en las cárceles españolas?

Seguramente porque los presos de ETA han tenido siempre una consideración diferente respecto al resto de los reclusos.

No conozco ningún pederasta, violador, atracador o traficante de drogas que por mostrar arrepentimiento haya visto reducida su pena. En el caso de los etarras, sí.

Me pregunto que pensaran los familiares de las víctimas del terrorismo etarra cuando hayan escuchado al presidente del Gobierno lamentar profundamente la muerte de Igor González. Yo no me alegro de la muerte de nadie, tampoco de la de Igor González, aunque ellos en las cárceles celebraban con champán cada nuevo atentado que perpetraba la banda terrorista, pero lamentar, créanme que lamento otras cosas.