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Matías Vallés

Rajoy se mete hasta en la 'kitchen'

No costó demasiado olvidar a Rajoy, rescatarlo es más fatigoso. Sin embargo, el último presidente de un Gobierno de derechas protagoniza un revival espectacular al meterse hasta la Kitchen. Ha logrado eclipsar momentáneamente al coronavirus, su implicación en un nuevo escándalo no puede sorprender en un personaje tan adicto al incumplimiento de la ley que violó incluso el confinamiento. Literalmente se lo saltó, a saltitos por su Galapagar. En cambio, los encendidos glosadores de su manejo de los tiempos tendrán que reclamar el derecho al olvido de Google para sus artículos pretéritos.

Los dirigentes del PP se han Casado para vivir en habitaciones separadas. Rajoy ya ostenta el dudoso honor de ser el primer presidente del Gobierno que declaró como testigo con cargo en un caso de corrupción, y solo su posición le salvó de participar en condiciones más onerosas. En aquella ocasión, el tribunal lo consideró poco fiable y se supone que derrotaba en favor de Bárcenas. Ahora resulta que pudo haber intrigado contra su tesorero. Hasta la ambivalencia tiene un límite, y todavía hay quienes critican la moción de censura.

Rajoy le confió en primer lugar sus sobresueldos envueltos en puros habanos a Bárcenas, al que promocionó por razones monetarias a senador y gerente del partido, con un despacho bajo el suyo para facilitar el trasiego de billetes. A continuación, su Gobierno elaboró según la fiscalía una venganza berlanguiana contra "Luis, sé fuerte". Cuesta encontrar a un verdugo más atrabiliario que la víctima, por lo que Villarejo es un hallazgo de casting. Según se ve, a Rajoy solo le ha faltado descargarle sus penas a Corinna, todo se andará. En esa senda, seguro que recibirá el respaldo de los mismos dinosaurios políticos que firmaron la carta de apoyo a Juan Carlos I. No tendrán que cambiar ni una coma del texto, salvo la eventual mención al elefante.

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