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Jorge Dezcallar

La carrera por la vacuna

Ríanse ustedes de Hamilton en la Fórmula 1, del Tour de Francia, del mundial de motos GP, de la Vuelta a España y hasta de las 500 Millas de Indianápolis, porque todos juntos se quedan chicos al lado de la nueva "Carrera del siglo" que se avecina y que también deja chica a la reflejada en la trepidante y divertida película de Blake Edwards. Es la "Carrera por la vacuna" que derrote al Covid-19 en la que las empresas farmacéuticas se juegan muchísimo dinero y en la que algunos países ponen su reputación y su imagen internacional.

En el aspecto positivo hay que destacar que nunca antes se había visto un esfuerzo como el actual tanto por el volumen del dinero invertido como por la colaboración entre empresas farmacéuticas en la búsqueda de una solución, algo que facilitan las redes sociales y en particular internet al permitir trabajar juntos a centenares de científicos de muchos países. Y es precisamente eso lo revolucionario del presente esfuerzo que puede conducir a que dispongamos de una o, más probablemente, varias vacunas en un plazo breve de tiempo cuando lo habitual exigía unos quince años entre investigaciones y pruebas. Eliminar barreras de propiedad intelectual o de transferencia de tecnología facilitaría mucho esta labor.

Los chinos dicen que su investigación está muy avanzada en tres vacunas al menos, y Putin afirma que la suya es ya una realidad y para que no haya dudas de sus intenciones la llama "Sputnik V" en recuerdo de Yuri Gagarin, que venció a los norteamericanos en la carrera espacial. Son como niños. La universidad de Oxford también está en liza, como queriendo desmentir que el Brexit desnudará al Reino Unido como la potencia menor que es. Y Donald Trump presiona a los laboratorios para que la vacuna norteamericana se anuncie antes de las elecciones del 3 de noviembre. Para eso ha repartido 10.000 millones de dólares como parte de la operación Warp Speed ("Velocidad de la luz") cuyo nombre ya lo dice todo. Trump quiere utilizar la vacuna como baza electoral y por eso varios laboratorios han suscrito una especie de código ético por el que se comprometen a no quemar etapas y a no ceder ante las presiones políticas. Pero me temo que otros cederán. Sea como fuere, americanos, chinos y rusos invierten su prestigio en ser los primeros en dar con la ansiada vacuna para ponerse la correspondiente medalla. Aquí el riesgo es que con las prisas nos den gato por liebre.

En esta batalla encarnizada no podían faltar los espías. Los norteamericanos, con carita de no haber roto nunca un plato, ya han desvelado intentos chinos, rusos e incluso iraníes (siempre viene bien ponerlos a parir) por hacerse con los avances de sus investigaciones, y lo mismo denuncian los británicos, que han detectado intentos de hackeo en AstraZeneca, una compañía vinculada a la universidad de Oxford que ha tenido que suspender temporalmente las pruebas en curso al detectar efectos secundarios. Los norteamericanos dicen que también han percibido intentos de hackeo sobre la empresas Gilead Sciences, Novavax y Moderna y por eso, porque las espiaba, Washington cerró el consulado general de China en Houston. Como sus sistemas de defensa cibernética están siendo reforzados, los ataques se concentran ahora en las universidades cuyos ordenadores están menos protegidos. Como los de la universidad de Carolina del Norte, que ya ha denunciado varios ataques chinos y rusos, estos últimos a cargo de Cozy Bear, un grupo de hackers que ya estuvieron involucrados en los ataques cibernéticos contra el sistema electoral norteamericano en 2016. En otros casos la labor de los espías se concentra en la desinformación, en sembrar dudas sobre el origen y los avances de la pandemia, en descalificar los progresos y en exagerar los fallos cometidos al combatirla. En realidad los fracasos son tan clamorosos que no necesitan que nadie los jalee.

Yo creo que ganar dinero con esta vacuna es inmoral. Como lo es que los paises ricos se la quieran guardar para ellos. Al parecer un puñado de países adinerados ya ha reservado los primeros 4.000 millones de dosis de varias vacunas en experimentación. Por eso aplaudo al Serum Institute de India que ha renunciado con generosidad a la propiedad intelectual de la vacuna que está experimentando. La humanidad se enfrenta a un reto colectivo y por eso creo que la vacuna debería ser casi gratis (los que la hagan ganarán muchísimo dinero vendiendo miles de millones de dosis), y que debería ponerse primero al alcance de los más vulnerables en todo el mundo y no sólo en los más ricos. Aquí de lo que se trata es de derrotar al virus y para eso hay que saber que nadie estará seguro hasta que todos lo estemos. En este barco vamos todos... aunque también sería ingenuo desconocer que unos viajan en primera clase, otros en preferente y otros en turista y que siempre hay más botes de salvamento en la zona de los pasajeros con tarjeta de platino.

Para asegurar una distribución equitativa de la vacuna hay algunos esfuerzos en marcha como la iniciativa "Covid-19 Vaccines Global Access Facility" (COVAX) respaldada por la OMS, la Unión Europea, Japón, Canadá, India, y otros (pero no por EE UU ni por Rusia, y por China sólo con la boca chica). Este proyecto pretende reunir 18.000 millones de dólares para reservar millones de dosis de una docena de vacunas en experimentación y garantizar así que los más vulnerables de todo el mundo tengan acceso preferente. Veremos, porque tengo muchas dudas. La carrera continúa.

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