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Una derrota y una Kitchen

Pésima semana. Por los indicadores económicos del verano. Porque el gobierno Sánchez ha perdido una relevante votación parlamentaria por 193 contra 155 votos. Y porque el PP, envuelto en otro de sus líos judiciales, ha vetado la legal y obligada renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

No se ha cumplido la esperanza de que el turismo se recuperara algo en verano y entonara así la economía. Muchos países desaconsejaron viajar a España por el rebrote de la pandemia y ahora los primeros indicadores certifican la desgracia. El índice PMI, que anticipa datos económicos, dice que la economía crece cuando supera el 50. El índice para España de julio fue alentador (52,8), pero en agosto, al contrario que en la zona euro, ha pasado a la zona negativa (48,4). Y el subíndice de servicios, en el que el turismo tiene gran peso, ha ido peor. El turismo siempre ayudaba, ahora agrava la crisis.

Mientras, el Gobierno sigue sin haber atado una mayoría para aprobar los presupuestos, logro imprescindible para inspirar confianza a los agentes económicos -nacionales o extranjeros- y por lo tanto para superar la crisis.

El Gobierno discute si sería mejor con Cs o con ERC, que si galgos o podencos, pero por el momento lo único que ha conseguido es ser revolcado -con la ministra de Hacienda de estandarte- en el decreto-ley sobre los remanentes municipales al perder la votación por nada menos que 193 votos a 155.

El Gobierno Iglesias-Sánchez se ha quedado sólo mientras que todos los otros partidos -desde Vox y el PP hasta el PNV y ERC- han votado juntos. Quizás lo importante no sea tanto el fondo del asunto -sobre el que la ministra María Jesús Montero tiene razones- como su incapacidad para generar consensos con otros grupos cercanos. E incluso a no sumar a Podemos hasta el último minuto. Claro, si Podemos hubiera votado en contra, no estaríamos hablando de una humillante derrota parlamentaria sino de una crisis de gobierno de gran magnitud.

Surgen varias preguntas. ¿Debe la ministra de Hacienda lanzar un sensible decreto-ley sin haber asegurado el apoyo del grupo parlamentario de Podemos? ¿Es esta ministra la que debe sacar adelante la complicada negociación presupuestaria con varios y muy distintos grupos parlamentarios? ¿El error ha sido sólo de la ministra? Entonces, ¿dónde miraba Pedro Sánchez?

Los optimistas dirán que el fuerte error en algo relevante, pero no esencial, hará que Sánchez (e Iván Redondo) se pongan las pilas ante la inminente negociación presupuestaria. Y que la rectificación sobre los remanentes puede ser una baza a negociar. Ojalá tengan razón porque sin presupuestos la crisis sería mayúscula y total.

Vamos al PP. Es poco razonable que en la crisis mas relevante desde 1939, el PP crea que la prioridad es el desalojo de La Moncloa. Lo es todavía menos justificarse acusando con insistencia a Podemos de continuas ilegalidades y de ser un partido apestado por inconstitucional.

El PP tiene techo de cristal. Y ahora cuando del intento de frenar la Gürtel aparece la Kitchen, que espiaba a Bárcenas y compraba a su chófer con 53.000 euros y un empleo en la policía, y usaba fondos reservados para tapar la financiación del PP. Pablo Casado se va a enfrentar a un asunto judicial feo y a una agresiva comisión de investigación parlamentaria.

En el frente judicial es posible que sean imputados tanto Jorge Fernández Díaz, exministro de Interior, como María Dolores de Cospedal, exsecretaria general del partido. En el político, el PSOE y Podemos van a pedir una comisión parlamentaria a la que tendrán que acudir lo ya citados y el propio Rajoy. Casado dice que entonces sólo era diputado por Ávila. Vale, pero ahora preside el PP y Podemos -donde las dan las toman- va a querer desquitarse de toda las acusaciones que lanzaron contra ellos. Y el PSOE va a seguir. Porque necesitan al socio y también por aquello de pagar con la misma moneda.

Quizás piensen que cuantos mas problemas tenga el PP, mejor para ellos. Puede no ser así. Un Pablo Casado débil y acosado se parapetará en que todo es un montaje del corrupto y despreciable Gobierno. Y no conviene que, en un momento tan grave, el primer partido de la oposición sólo piense en matar al presidente del Gobierno. Y que en el ejecutivo crean que la mejor defensa es redoblar los ataques.

En la guerra sin cuartel, ¿qué pasaría con los presupuestos? ¿Y con el poder judicial? Un país sin rumbo económico y sin orden en los jueces sólo puede ir mal. Y el Gobierno es -tenga o no tenga culpa- el último responsable.

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