Algunas formas de proceder no se las puede permitir la sociedad y los ciudadanos debemos denunciarlas. Me refiero a algo de lo que he tomado conciencia recientemente. La Constitución manda que sean renovados determinados cargos de instituciones tan importantes como el Tribunal Constitucional o el Consejo del Poder Judicial. Y pasan los días, los meses y los años sin que se alcance el acuerdo político que esa renovación requiere. Mi pregunta es: ¿Cómo es posible que se violente la Constitución de esta forma y hasta ese punto? ¿Por qué pueden hacer mangas y capirotes de la Constitución? ¿Por qué esta descarada forma de proclamar la ley del embudo desde hace dos años?

No hay excusa por grave y fundada que se crea que autorice a dilatar un aplazamiento que equivale a no cumplir con esa obligación. ¿Van a tener que encerrarse los ciudadanos en el Congreso y el Senado para que se cumpla con la Constitución? ¿Existe otro medio más eficaz para generar desapego de los asuntos públicos y aversión a la actividad política, tan digna y precisa? Me cabe dirigir un ruego: enciérrense en una habitación, cierren sus teléfonos y no salgan, ni coman ni duerman, hasta que hayan firmado y acordado la renovación que la Constitución exige. Ese plazo no puede y no debe dilatarse más. El resto de cuestiones que rodean a la solución son miserias o pretextos; como miseria es filtrar un escrito privado o bien una conversación privada y como pretexto es alegar los deseos de un socio político para no seleccionar unos jueces acreditados por su buen hacer y su conocimiento. Ya solo nos falta que se filtren secretos de alcoba para enmohecer totalmente el territorio de los políticos y embarrar sus rostros. Otra forma de proceder me merece una censura equivalente: la de quienes urgidos por sus propias necesidades pretenden ganar liderazgo a base de excluir las posibles contribuciones de otras personas y partidos en un momento en el que cada casa de este país está sintiendo la necesidad de conocer soluciones a sus problemas. No me importa lo que subjetivamente pueda mover a uno u otro partido político a contribuir en la discusión y presentación de unos presupuestos. Habiendo alcanzado las necesidades de nuestros conciudadanos la magnitud que han alcanzado y siendo como es la vida de ostentación de quienes persiguen una política excluyente, se deberían comenzar a guardar las formas. Al menos, si no se busca el acuerdo con otros, se debe asumir que otros tienen derecho a aportar apoyos, sugerencias y medidas que puedan hacer viables unos presupuestos generales para organizar la vida durante un año. ¡Ya está bien de usar y de abusar de la comunicación para presentar iniciativas que consistan en decir: el otro no; solo yo y quien diga yo. ¡Qué forma tan ruin de ganar protagonismo!

Como polo opuesto a tanta medianía y mediocre, a tanta mezquindad y miseria, la alegría y puntualidad de todos los nietos al retornar a su «Balmes»y elegir sus delegados para dar comienzo al curso. Un deseo para todos los Alejandros: ¡Suerte en vuestra delegación y cercanía a todos!