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Generosidad hasta la médula

El próximo 21 de septiembre se celebra el Día Mundial del Donante de Médula Ósea y Sangre de Cordón Umbilical con el objetivo de agradecer a todos los donantes del mundo su solidaridad, ya sean familiares, donantes no emparentados, donantes de cordón umbilical, donantes que ya han realizado su donación o donantes inscritos que lo serán en el futuro. Esta efemérides trata de sensibilizar a la población mundial sobre la importancia de la donación de células madre. En virtud de esta señalada fecha, deseo traer una vez más a la memoria la extraordinaria misión llevada a cabo por Pablo Ráez, joven prematuramente fallecido en 2016 cuyo inolvidable testimonio de vida incrementó el número de donaciones de médula de manera espectacular, lo que conllevó y sigue conllevando la curación de enfermedades que afectan a la sangre, como leucemias (el cáncer infantil más frecuente), linfomas y mielomas.

Había quien afirmaba que los españoles nos habíamos vuelto más generosos a raíz de aquella feroz crisis financiera que aún persiste. A mí, sin embargo, siempre me ha dado la impresión de que somos un pueblo solidario desde siempre, no sólo de un tiempo a esta parte. No hay más que ver cómo nos volcamos cuando se produce una catástrofe o cualquier otra situación de emergencia social, tanto en lo que se refiere a la perspectiva económica como a la personal. De hecho, actualmente existen en España alrededor de cinco millones de ciudadanos apoyando a diversas organizaciones no gubernamentales que realizan su trabajo de forma estable y a través de cuotas. A mi juicio, sentirse concernido por la desgracia ajena es, sin duda, un motor que genera la empatía necesaria para ponerse manos a la obra y colaborar en numerosas causas humanitarias.

Nuestro país pulveriza año tras año su propio récord de donación y trasplante de órganos, conservando así el liderato mundial y dando fe del excelente trabajo que lleva a cabo la Organización Nacional de Trasplantes (ONT). Desde la citada organización indican que uno de cada cuatro donantes lo es por muerte cardíaca y en ese grupo se incluyen aquellos que llegan a los centros sanitarios en parada circulatoria que, si no pueden ser reanimados, terminan donando, principalmente, los riñones. Uno de los factores que explica el éxito de estos programas es la estrecha colaboración de los médicos de Urgencias en la detección de posibles donantes y su disposición a la hora de informar a las familias sobre la situación que atraviesa el enfermo, no tratable pero sí susceptible de donación. Otra vía es la de los pacientes a quienes retiran las medidas de soporte hospitalario y que, previamente, han accedido a donar sus órganos. Las estadísticas reflejan que la respuesta de los familiares ante esas tesituras suele ser altamente positiva.

Además, a diferencia de lo que sucede en otros Estados, nuestro sistema de donaciones es anónimo y altruista. Dicho de otra manera, quien dona no sabe a quién lo hace (con la excepción de algunos casos de médula, riñón o hígado que provienen de un familiar) y tampoco recibe ninguna compensación dineraria. Del mismo modo, el receptor no paga ni conoce a su donante. Se trata de condiciones clave que evitan suspicacias y garantizan la igualdad entre los candidatos. Por ejemplo en Estados Unidos, es posible conocer la identidad del receptor. Incluso se han producido rechazos en el momento de dar el paso definitivo de la autorización por motivos puramente racistas. Y en Alemania determinadas fundaciones incluso organizan eventos para fomentar el encuentro entre ambas partes.

Constatar que continuamos siendo líderes mundiales en una materia tan sensible es para mí un motivo de orgullo. Tal vez en muchos aspectos seamos un territorio de segunda necesitado de numerosas mejoras. Pero, si nos lo proponemos, podemos figurar a la cabeza de cualquier proyecto. No lo olvidemos nunca.

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