Mañana, como cada 27 de septiembre, celebraremos el Día Mundial del Turismo, que en esta ocasión tiene por lema ‘Turismo y desarrollo rural’. Lejos quedan aquel 2017, último año internacional vinculado con el turismo, designado Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo, o los años 2002 y 1967, cuando se celebraron el Año Internacional del Turismo Ecológico y el Año Internacional del Turismo, respectivamente.

¿Por qué turismo y desarrollo rural? A día de hoy, el sector sigue teniendo la capacidad de fomentar el crecimiento económico y generar nuevas oportunidades, especialmente en áreas deprimidas. Además, el turismo ejerce una importante labor de conservación y fomento del patrimonio cultural y natural a lo largo de un sinfín de territorios y regiones. De igual forma, favorece la inclusión.

Turismo es sinónimo de oportunidades, siempre lo ha sido, pero entiendo que esta es una enunciación difícil de asimilar, por lo menos a día de hoy, por todo lo que ha ocurrido a causa del maldito bicho. Como si estuviéramos asistiendo atónitos a una de las representaciones por antonomasia del género teatral, la tragedia, antesala de aquello que estaba por venir. Desde entonces, el telón echó el cierre y el sector se vio envuelto en una vorágine de malas noticias que no hacían más que evidenciar una crisis turística sin precedentes. El país más competitivo del mundo, líder absoluto del turismo mundial, perdía al que había sido hasta el momento su generador económico estrella.

De repente nos encontramos con que el turismo ha llegado a un punto muerto en el camino. Todos los récords turísticos habidos y por haber que veníamos coleccionando hasta el momento, muchos de ellos contrarios a los principios de la sostenibilidad, se difuminaron. Del mismo modo desaparecieron las terrazas y los turistas, y los centros de las principales ciudades españolas asistían, fascinados, a su propio enterramiento. Tests, corredores turísticos, planes piloto, miles de guías y manuales, con multitud de nuevas medidas para la reducción del contagio, monopolizaban nuestro nuevo día a día. ¿El Gobierno? Desaparecido ¿Las empresas? Luchando contra viento y marea para salir a flote y no morir en la orilla. ¿Los destinos? Más de lo mismo ¿Futuro incierto? Desde luego. ¿Hasta cuándo? No sabe, no contesta.

Es verdad que esta coyuntura inestable a modo de crisis, evidencia que esta situación es la oportunidad idónea para progresar y hacernos más fuertes si cabe. Florecen nuevas capacidades, como la resiliencia, que demuestran y ejemplifican la posibilidad de superar circunstancias traumáticas como la vivida hasta el momento. Todos y cada uno de los componentes del sector, dentro de sus posibilidades, han afrontado la situación de una forma brillante. Se ha hecho piña, sí, mucha piña, como la que hacen los jugadores de fútbol en el campo para afrontar el partido de sus vidas. Han surgido declaraciones públicas de principios e intenciones que alzan la voz para la regeneración del sector turístico a través de un modelo socialmente equitativo, ambientalmente respetuoso y económicamente sostenible como #TurismoReset. Comprendemos, ahora, la necesidad de un perfil humano muy bien formado, de incrementar la calidad, de innovar, de digitalizarnos, de aprovechar y sacarle el mayor rendimiento posible a los datos, de aumentar la creatividad, de incidir en la inclusión de todas la personas y, por supuesto, de transformarnos hacia un modelo más sostenible. El turismo será sostenible o no será.

El turismo, por consiguiente, se encuentra en un impás durante el que replantearse lo que es, de qué forma desarrollarse próximamente, sus capacidades de cambio y la adaptación a nuevos escenarios, con una visión de planificación a largo plazo. ¿Qué están haciendo los distintos agentes para intentarlo? Es momento de no caer en viejos errores y pasar a la acción. La transformación radical del modelo es inviable, pero se deben ir viendo hechos por parte de los distintos actores competentes. Los esfuerzos se deben materializar y no deben caer en saco roto. Señores políticos y dirigentes, déjense de mensajes absurdos y de discursos utópicos. Ayuden al turismo y concentren todos sus esfuerzos en desarrollar sus potencialidades y fortificar su valor. El turismo es parte de la solución, no del problema.

Quiero aprovechar estas líneas para felicitar a todos aquellos que forman parte de este maravilloso sector en este día: ‘turismólogos’, promotores, profesores universitarios, informadores turísticos, gestores de hoteles y otros alojamientos, agentes de viajes, guías turísticos, personal de turismo activo, ‘community managers’, animadores turísticos, directores de hotel, especialistas en marketing turístico, cocineros, camareros, camareras de piso, pilotos, azafatas y un largo etcétera. Estoy seguro de que entre todos se logrará, en un no muy largo espacio de tiempo, el renacer de este fantástico sector.