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maribel lugilde

El mismo primer día

Quienes trabajamos en enseñanza conocemos la experiencia íntima e intransferible del primer día de curso. Está sucediendo hoy, ahora, en ESO, Bachillerato y FP. Por distintos que sean tramos educativos o disciplinas, hoy a todo profe nos une el vértigo personal que se activa al abrir por primera vez el aula y empezar de cero el camino.

Se cierra la puerta y sientes confluir en ti miradas ilusionadas, ansiosas. En un silencio distinto a cualquier otro, tu voz suena diferente, con un imperceptible temblor. Lo reconozcas o no, así es, e interiormente sabes que es bueno, te mantiene alerta, como un rito milenario que tu cuerpo cumple.

Has mirado las fichas de matrícula para familiarizarte con cada uno y una pero constatarás que nada es tan fascinante como el ser animado. Hablas y observas cada rostro, los minúsculos gestos entre líneas. Habrá quien haya escogido la primera fila, la última, las esquinas, el refugio de la pared. Quien haya socializado, quien te mira a ti y luego a su mesa.

Les vas a hacer hablar y sabes que también se recriminarán interiormente por sus voces nerviosas. Fingirás no notarlo, celebrarás sus primeras palabras. Es temporal. Hoy todo lo que digas se escuchará con reverencia. En nada serás un ser conocido, previsible. Empezará a tejerse el misterioso entramado de los afectos. También la confianza que da asco.

Al futuro chistoso del grupo le saldrán torpes las gracias. No importa, estallarán risas nerviosas al menor comentario y así hasta la hora de irse. Se irán gestando esas pequeñas cosas que aparentemente vuelan bajo tu radar: el móvil a hurtadillas, el grupo de Whatsapp donde te llamarán por tu apellido y luego te bautizarán con el primer mote.

En sus formas de decir y hacer intuirás a sus familias. Imaginarás sus respuestas en casa cuando les inquieran, sabrás que hay a quien no le espera ese bendito amor fiscalizador, refugio de los arañazos del mundo. Y sentirás las primeras punzadas de solidaridad rabiosa y ganas de salir a darle mandobles al mundo. Empieza la lucha.

Otros profes están como tú y un hilo invisible conectará por los pasillos idénticas emociones en seres distintos pero que se saben cómplices. Esta vez será muy diferente, sí. Pero, créanme, será igual. Hemos sufrido para llegar a hoy. Y aquí estamos. Abriendo nuestros centros a quienes merecen normalidad y proyecto de vida. El camino va a ser incierto. Cada trimestre, un universo plagado de semanas y días. Pero hoy es el mismo primer día. Bravo. Ni el ser minúsculo ni ningún otro ha conseguido arrebatárnoslo. Buen síntoma.

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