Días antes del inicio escolar, miles de padres y madres estábamos realmente preocupados por la información que de la pandemia nos llegaba a través de todos los medios. Cada autonomía lo abordaba con sus propios protocolos y nuestra prevalencia acumulada, en esas fechas, era diez veces superior a la de Alemania, Italia o Reino Unido. La guinda fue conocer que la Comunitat Valenciana estaba a la cola en realización de PCR.

La realidad es que mientras en la oficina de Correos más próxima la gente entraba de una en una, que se daba cita previa para ser atendido en las oficinas públicas, y al mismo tiempo que los pacientes esperaban en la calle para hacerse una analítica en el Centro de Salud, los niños, nuestros hijos, iban a compartir espacio cerrado con una veintena de compañeros. En el patio o en los alrededores del centro escolar intuíamos la posible ausencia de distancia de seguridad.

La preocupación inicial se trasformó en angustia cuando a primeros de mes Sanidad nos anunciaba que la mitad de los enfermos por covid que ahora ingresa en las UCI tenía entre 35 y 65 años. Un 30 % de los pacientes superaba esa edad.

Dado que en la Comunitat la edad media para ser madre es de 32 años, siendo la franja de edad de 30 a 39 la elegida mayoritariamente para serlo, no hace falta ser un lince para concluir que el ingreso en cuidados intensivos o la simple hospitalización por covid afectarán a un buen número de familias con menores en educación obligatoria.

El miedo no alcanza solo a los progenitores. El 54 % del profesorado presentaba al inicio del curso síntomas relacionados con ansiedad, como irritación, alteración del sueño, dolor de cabeza, sensación de ahogo, nerviosismo… 

Fernando Simón, perejil en todos los pucheros en esto de la epidemia, declaró entonces que el riesgo de contagio de un niño es seis veces menor a un adulto. A eso nos agarramos muchos padres para intentar tranquilizarnos al ver partir a nuestros hijos hacia el aula, armados con sus mascarillas y el gel hidroalcohólico, aunque seguía martilleando en nuestras cabezas el hecho objetivo de que somos los campeones europeos en contagios y mortalidad, sin que el doctor Simón, ni nadie, nos haya explicado aún el cómo ni el porqué.

Transcurridos más de veinte días del inicio del curso escolar es de prever que pronto podamos valorar el impacto sobre la salud de nuestros hijos y de nosotros mismos y nuestro entorno. Crucemos los dedos. Paciencia y mucho gel, pero nunca resignación.