Tomo prestado el título de una divertida comedia de Howard Hawks donde Cary Grant interpretaba a un químico que ingiere una fórmula por equivocación que lo devuelve a su dorada y alegre juventud. Me ha venido a la cabeza leyendo las declaraciones del presidente Donald Trump después de su minicuarentena de la que ha salido, en sus propias palabras, «mejor que hace veinte años». Estoy, y conmigo seguro más de uno, por pedir por Amazon el combinado farmacológico que se le ha suministrado al señor Trump devolviéndolo casi a sus años mozos cuando la palabra viagra todavía no había hecho acto de erección. Vamos, que a juzgar por sus palabras, ya me lo imagino cantando ‘Ara que tinc vinta anys’ o, lo que es lo mismo, ‘Now That I Am Twenty Years Old’ en su versión adaptada a la lengua de William Shakespeare y Bob Hope.

Esta canción -‘Ara que tinc vint anys’- es sin duda una de las melodías mejor amortizadas de la historia reciente de la música española. Cada cierto tiempo, su autor, el señor Joan Manuel Serrat, la adapta a su momento biológico-existencial haciendo unas ligerísimas incisiones en la letra original y la canción reaparece como recién estrenada, con su nuevo vestido, igual de resplandeciente que el primer día que la cantó hace más de medio siglo. Como de momento el cantante no tiene intención de retirarse, ya me lo imagino dentro de veinte años con un Serrat octogenario o nonagenario sintiendo de nuevo «bullir la sang» y dispuesto a cantar «als homes que han nascut dempeus, que viuen dempeus s i que dempeus moren».

Quiero imaginarme, después de haber tomado un elixir rejuvenecedor o el complejo antivírico como el que se le ha suministrado a Donald Trump y que me devolviera a mi agitada, libertaria y alocada juventud. De entrada todavía conservaría intacta mis piezas dentales, mis rodillas no crujirían cada vez que me pongo los calcetines y por supuesto luciría unos ‘cheveux au vent’ que serían la envidia de amigos y conocidos. Con todo, a diferencia de otros miembros de la familia, debo decir que el dios de los folículos pilosos ha sido bastante generoso conmigo más allá de esas canas ‘in crescendo’, convertidas ya en huéspedes habituales. Volviendo a esa juventud dorada que decía el poeta Antonio Machado, con el paso del tiempo he ido borrando zonas de nostalgia y quizás la única, si se puede decir así, añoranza, sea la de aquellas personas, muchas de ellas ya desaparecidas que pusieron a mi disposición su sensibilidad, elegancia, experiencia, gusto cultural, abriéndome miles de ventanas a mi imaginación y fantasía.

Estos días ha vuelto a cantar en los escenarios valencianos, en este caso el Teatro Micalet, María del Mar Bonet. El caso de la cantante mallorquina, con más de medio siglo a sus espaldas de trayectoria musical, ilustra muy bien la diferencia entre aquellos artistas que han construido una carrera musical al margen de las modas, y aquellos otros artistas que van a remolque de las modas, listas de éxitos y programas mediáticos televisivos. Y todo eso, en el caso de Bonet, rechazando ofertas muy apetitosas que sin duda le hubieran supuesto una mayor proyección y también sus buenos réditos económicos. Ahora, con el paso del tiempo, se ha visto que su elección no solo fue acertada, sino que ha dado una de las obras más consistentes de la música popular, catalana, española y europea. Y todo, además, cantando en una lengua ‘periférica’ que desde los observatorios centrales siguen ignorando y, lo que es peor, desdeñando.

Volviendo a la palpitante y viral realidad que nos toca vivir día a día, leo que el creador del antivirus informático McAfee, o sea el señor John McAfee, ha sido detenido en Barcelona y, además, encarcelado. La verdad, se te cae el alma a los pies y te produce bastante desazón que aquel apellido en el que depositaste todas tus esperanzas en la lucha contra los perversos troyanos, los ‘malwares’ engañosos y los gusanos infiltrados sea también un infractor, en este caso de la justicia y de los delitos contra la Hacienda pública. Una cosa parecida he sentido cuando han dado la noticia que el expresidente de Pescanova ha sido condenado a ocho años de cárcel. Todavía me acuerdo de aquel simpático dibujo animado, Rodolfo Langostino, que te suplicaba «llévame a casa» con acento porteño como el de la diputada Cayetana Álvarez de Toledo, cuando llegaba la Navidad. Y, por supuesto, el mensaje publicitario de la empresa que te infundía confianza y seguridad cada vez que abrías la bolsa de congelados: «Lo bueno sale bien». Ya ven, en este caso no podía haber salido peor.