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Esquivel

A diestro y siniestro

Las conclusiones del barómetro de otoño no dejan lugar a dudas: tres de cada cuatro encuestados demandan grandes acuerdos para intentar darle la vuelta a toda la fatiga que tenemos encima. Podríamos decir que, con el dedo acusador bien extendido señalando a quienes no hay forma de que vayan a una como los indestructibles mosqueteros, se ha abierto la veda. Y así es. Precisamente lo hizo el 12 de octubre. Pero para la caza del jabalí, el conejo, el corzo, el ciervo y la cabra, entre otros biotipos. Supongo que, en esa relación, también ustedes echarán algún que otro elemento en falta.

Hizo referencia al extravío Iñaki Gabilondo quien, con esa cadencia tan honda que el púlpito le ha dado, vino a consagrar el aspecto que ha tomado la temporada en curso: «Durante la celebración de la Fiesta Nacional en el Palacio Real se notaba, por las caras, que todos habrían preferido estar en otra parte». De ahí que el presidente de la federación saliese a la palestra para adiestrar a la peña y recordar que «las medidas sanitarias buscan evitar los contagios y rebrotes en la organización de ganchos, batidas y cualquier modalidad de carácter colectivo». De momento ningún mandamás autonómico o estatal ha entrado en diatribas sobre la conveniencia o no de hacerles la peceerre a las criaturas pero, según testigos, ciertas especies están que se suben por las paredes y otras se muestran dispuestas a colaborar, entre las que las cabras parecen las más dispuestas.

En medios que conocen el paño andan preocupados por la atosigante presencia del jabalí y señalan que «además de alterar el ecosistema, provoca daños a la ganadería, infraestructuras, flora, fauna protegida así como múltiples accidentes de tráfico». Hay que ser muy pero que muy aficionado a una actividad para, en circunstancias excepcionales, ver lo que hay, padecer el perjuicio que reiteradas acciones irracionales provocan en el arca de intereses comunes y sostener que al que hay que meter en vereda es al jabalí. De verdad que hay que ponerle mucho empeño.

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