El título de este artículo quizá pueda sonar antiguo, repetitivo o incluso inoportuno y lanza varias preguntas al aire: ¿Hacen falta nutricionistas en el Sistema Nacional de Salud? ¿Ayudaría su presencia de algún modo a las personas enfermas? ¿Sirven para algo más que para ayudar a adelgazar?

El tiempo y sobre todo el esfuerzo nos van dado la razón y, aunque la evidencia clínica, los resultados científicos o los informes de organismos internacionales constaten la necesidad de tener dietistas-nutricionistas en los circuitos de atención primaria y en el sistema hospitalario, en España seguimos obviando que la respuesta a todas esas preguntas anteriores es sí. Sí hacen falta nutricionistas en la sanidad pública, sí ayudan a las personas con enfermedades y a las hospitalizadas, bien a mejorar su estado de salud y su calidad de vida o a recuperarse antes, y rotundamente sí, nuestro trabajo sirve para algo más que pautar dietas de adelgazamiento.

A pesar de las recomendaciones de las ratios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros organismos de referencia (1 dietista-nutricionista por cada 100 camas de hospital y 1 dietista-nutricionista por cada 50.000 tarjetas sanitarias) España es único país de la UE que no cumple con esta relación. Y no solo no cumple de manera generalizada, sino que, en la mayoría de las comunidades, ni siquiera se contempla su inclusión, a pesar de ser profesionales sanitarios.

Ha tenido que llegar una pandemia como la covid-19 para poner de manifiesto muchas carencias de nuestro sistema sanitario, entre ellas la necesidad de contar con dietistas-nutricionistas en la sanidad pública. Y es que la nutrición se ha revelado determinante tanto en la prevención de la covid como en la recuperación de los enfermos. Algunos estudios ya apuntan a la relación de obesidad con peor pronóstico del coronavirus: una menor capacidad respiratoria, peor ventilación pulmonar o un estadio de inflamación constante que altera el sistema inmune, pueden ser algunas de las causas de esta relación.

Pero no sólo la obesidad afecta de forma negativa a las personas infectadas por este virus. Se ha observado también que los pacientes ingresados por esta causa tienen mayor riesgo de desnutrición. De hecho, las propias sociedades europeas de referencia han insistido mucho en que el control y soporte nutricional, llevado a cabo por nutricionistas, es fundamental y clave en el tratamiento integral y mejor evolución de la infección por covid-19. Con toda esta información, cabe preguntarse cómo se ha abordado en España este control y soporte si la mayoría de los hospitales no cuentan con dietistas-nutricionistas.

Esta vez ha sido el coronavirus, pero llevamos tiempo advirtiendo que el abordaje dietético es clave en la prevención y tratamiento de muchas enfermedades crónicas de gran prevalencia (diabetes, celiaquía, hipertensión o cáncer, entre otras) y que tenemos una asignatura pendiente como población y país: la educación nutricional.

Y quizá, con la que está cayendo, muchos se preguntarán por qué reclamamos esto ahora. Porque es el momento de la salud, es el momento de invertir, de verdad, en lo que la pandemia nos ha demostrado: si falla la salud de la población, se colapsa cualquier sistema, no solo el sanitario. Porque ahora más que nunca, el acceso a los dietistas-nutricionistas no debería ser un lujo que solo una parte de la población pueda permitirse, sino un servicio básico, al alcance de todos. Porque es momento de reformular nuestra sanidad, y es momento de invertir en la prevención. Por eso reclamamos nuestro hueco en un sistema sanitario que no repara en que la inversión en dietistas-nutricionistas es un ahorro y lo será más aún en una sociedad cada vez más envejecida y con enfermedades crónicas.

Esperamos que el recién anunciado plan de inversión por parte de la Generalitat de Catalunya, que prevé incorporar 150 nutricionistas a su sistema sanitario hasta 2022, sea el primero de muchos pasos hacia una sanidad donde quepamos todos.