Para el desarrollo y progreso de un territorio, aparte del capital imprescindible de la inteligencia humana, hay dos recursos básicos y fundamentales como son el agua y la energía, necesarios ambos para la realización de cualquier actividad humana. En nuestro país, en nuestra Comunitat, tenemos las fuentes inagotables para conseguir los citados recursos: el mar y el sol. Cierto que se necesitan instalaciones para la transformación del agua del mar en agua dulce y de los rayos solares en energía eléctrica, pero ambos tipos de instalaciones ya están desarrolladas y en funcionamiento desde hace un tiempo, y mejorando tecnológica, eficiente y económicamente día a día. Dicho sea de paso, se echa de menos en nuestra tierra, tanto a nivel público como privado, líneas de investigación en estos campos que nos darían los beneficios de manera tan inmediata.

Parece claro que el futuro de la energía se encuentra en la proveniente del sol y que en la Comunitat se está avanzando en ese sentido, procurando que sea la sustituta de la energía nuclear, en concreto la producida actualmente por la central de Cofrentes. Y que se podría pretender que incluso sustituyera a la producción de energía hidroeléctrica, limpia pero con un fuerte impacto paisajístico (negativo o positivo), al menos en algunos parajes de nuestra geografía, para renaturalizarlos , estoy pensando en el complejo de La Muela de Cortés de Pallás con sus dos presas y su gran depósito en forma de riñón. En este sentido, la Generalitat tendría que facilitar la instalación de centrales solares en parajes naturales, que aparte de su correspondiente producción de energía limpia, favoreciera la lucha contra los incendios forestales colocando los huertos solares en los lugares idóneos para actuar como cortafuegos, con una distribución en mosaico, junto con tierras de cultivo, explotaciones ganaderas, turismo rural y otro tipo de actividades compatibles con el medio ambiente, y que también ayudaría en la lucha eficaz contra el despoblamiento rural.

En los últimos días se leen en la prensa noticias preocupantes con las necesidades hídricas de nuestros ríos y lagos: petición de mayor aporte de caudal a l’Albufera para su mantenimiento, agua para mantener un caudal permanente con la naturalización del nuevo cauce del Turia e incluso a través del viejo cauce, muerte de peces y abandono de las nutrias en el cauce del Serpis por falta de un caudal mínimo, contaminación nauseabunda del embalse de Bellús y del río Albaida y barrancos anexos, etcétera. Y todo esto a escasos kilómetros, e incluso metros, de la orilla del mar, fuente de todas las aguas del planeta según aprendimos con el estudio del ciclo del agua: el calor del sol evapora el agua del mar y la desala transformándola en nubes, que transportadas por el viento descargan en el interior de los continentes, regresando el agua al mar a través de los torrentes y ríos. Hoy día, tenemos los medios para restaurar ese ciclo del agua, a pequeña escala, en las partes del territorio donde escasea, bien que pueda ser temporalmente, o definitivamente como algunos científicos vaticinan por el calentamiento global, con la puesta en marcha de las desaladoras ya realizadas y nuevas a instalar a lo largo de nuestro litoral, cuya energía necesaria para su funcionamiento, así como la del transporte o bombeo a los puntos idóneos, fundamentalmente embalses, debería provenir de centrales solares. Este agua permitiría el mantenimiento de un caudal ecológico en los últimos tramos de nuestros ríos y desembocaduras de los mismos, con todo el enriquecimiento medioambiental que ello supone, aparte de poderse utilizar también para abastecimiento de agua potable a la población en épocas de escasez, y para el riego de cultivos y suministro para explotaciones ganaderas e incluso industriales, evitando la salinización de los acuíferos, y con el tiempo se podría llegar a la eliminación de los trasvases entre cuencas de ríos como el Júcar-Turia y el Júcar-Vinalopó, y a nivel nacional el Tajo-Segura.

Así pues, como una forma de lucha contra el cambio climático, prefiero hablar de calentamiento global, se puede plantear la restauración del ciclo del agua a pequeña escala, conforme a lo descrito anteriormente, allá donde las condiciones geográficas lo hagan posible. En nuestra Comunitat se podrían considerar ciertos embalses no muy alejados del mar, como por ejemplo, el embalse de Elx en el Vinalopó, Guadalest en el río del mismo nombre y afluente del Algar, Beniarrés en el Serpis, Tous en el Júcar y Bellús en el río Albaida, la construcción del de Vilamarxant en el Turia, para regular aportes a l’Albufera, nuevo cauce del Turia naturalizado y mantenimiento de un curso de agua a lo largo del Jardín del Turia hasta la dársena de la Marina y la del puerto, la presa de Algar en el río Palancia, Sichar en el río Mijares, etcétera.

Está claro que ello va a suponer fuertes inversiones y el incremento de la deuda de administraciones públicas, deuda que tendrán que amortizar generaciones futuras, pero que también serán esas generaciones, que sin duda tendrán que realizar esas inversiones más tarde o más temprano, quienes más van a disfrutar de esas mejoras medioambientales y conseguir una mayor calidad de vida, con la garantía del suministro del agua y energía necesarios para su desarrollo integral. Se podría proponer un plan de restauración del ciclo del agua en el litoral, como proyecto a ser financiado por la Unión Europea, dentro del programa de ayudas medioambientales.