Algo está cambiando en la derecha española. Duro, contundente, brillante y ejemplar así fue la intervención de Pablo Casado ayer en el Congreso de los Diputados, tras el debate de la moción de censura presentada por Vox.

Su discurso dejó descolocado a más de uno sobre todo en la bancada de la izquierda y por supuesto al propio Santiago Abascal, que no daba crédito a lo que estaba escuchando del líder del que fue su partido hasta hace solo unos años.

Es probable que al señor Casado le pase facture en sus acuerdos en Madrid, Murcia y Andalucía, donde gobiernan gracias a los apoyos de Vox.

A Casado se le ha acusado de ser excesivamente condescendiente con la extrema derecha. Ayer estuvo sencillamente sublime, desmarcándose del partido de Abascal y tratando de recuperar el espacio de centro derecha, de un partido homologable a los conservadores europeos.

Pedro Sánchez por su parte estuvo ágil retirando su reforma del CGPJ, algo que ya sabía de antemano que no lo iban a aceptar en Europa, y tendiendo la mano al PP para que se siente a negociar el órgano de renovación de los jueces, que lleva dos años bloqueado por la actitud del PP a no sentarse a negociar mientras esté Unidas Podemos.

Pablo Iglesias desde su escaño permaneció atento a las palabras de Casado, que hubiera suscrito una a una.

Ese es el camino que debe emprender el PP, alejado de los populismos y centrado en resolver los problemas de los ciudadanos. Casado dio ayer un paso de gigante en este sentido. Esperemos que esas palabras, que yo también suscribo, tengan su correlación con la realidad y con los hechos.