Buena parte de lo que sigue será extensible a las radios volcadas en información. Pero me van a permitir que hable de la prensa escrita, incluyendo las versiones digitales, sobre todo las copias exactas de las versiones en papel.

La prensa escrita es un activo fundamental para el funcionamiento de una democracia. La información independiente y rigurosa permite la identificación de problemas y la formación de la agenda pública en el ámbito local, regional, nacional y supranacional. La prensa escrita es un elemento fundamental para el control democrático de los gobiernos y las tentaciones de grupos poderosos de personas de hacer lo que no deben de forma oculta. La prensa escrita es, en fin, el espacio para el debate sosegado y la confrontación de ideas, de formulación de opiniones precisas y de formación de la ciudadanía activa.

¿Se imaginan un Mundo sin periódicos? Un Mundo en el que los inputs de todo lo que pasa en su entorno le llegase a través de redes sociales y agregadores de noticias sin fuente conocida. Un Mundo ideal para “bots” y manipuladores manejando a su antojo la opinión y voto de la gente, las políticas y decisiones de los Gobiernos. Tener múltiples cabeceras independientes y con orientaciones ideológicas diversas es garantía de competición sana y posibilidad de contemplar un proceso desde múltiples perspectivas.

Reconozco que tengo un claro sesgo hacia la prensa escrita y que mi consumo habitual de diarios en papel y formato digital se acerca a los dos dígitos. Pero esa misma experiencia me hace más consciente del papel clave en la articulación de nuestras Sociedades. Por eso, observo con preocupación las dificultades crecientes de todos los periódicos españoles, las restricciones financieras que acaban pagando los periodistas, con peores condiciones laborales y menos tiempo de maduración para su trabajo. Y por eso me preocupa extraordinariamente lo que está pasando en 2020. La pandemia está hundiendo ventas e ingresos publicitarios; está poniendo en jaque la calidad y supervivencia de muchos medios.

Creo que es momento de reaccionar. Es momento de reivindicar a los medios y de articular programas que, respetando escrupulosamente la independencia y basados en indicadores objetivos que eviten el condicionamiento por los gobiernos de turno, asuman que un buen sistema de prensa escrita es un bien público.

Una propuesta: que los institutos y centros de formación profesional sustituyan a las cafeterías y bares que han cancelado sus suscripciones; al menos transitoriamente. Que se establezcan repartos gratuitos a los escolares con mayor o menos frecuencia. Que los periódicos lleguen a los hogares de la mano de unos jóvenes que (muchos de ellos) no han interiorizado el hábito de la lectura de periódicos.

No podemos permitir que se alimenten solo de redes sociales. Y quienes les pueden ayudar a superar su anorexia informativa, necesitan apoyo.

*Director de GEN (Universidade de Vigo) y del Foro Económico de Galicia