Ha tenido que llegar una pandemia mundial para que se haga patente que no podemos seguir un año más con los presupuestos que el Consell del Botànic ha venido elaborando y aprobando. Un ‘copia y pega’ de las cuentas del año anterior. Cada vez más ideologizados. Cada vez menos útiles.

Todo lo ocurrido -las evidentes deficiencias en la sanidad y en el cuidado de nuestros mayores, la constatación de la necesidad de hacer reformas para fortalecer el tejido industrial y empresarial y de avanzar en la digitalización, tanto en educación como en la Administración- nos ha hecho pararnos y pensar. No solo en cómo podemos solucionar estos problemas mientras continúe la crisis. También en qué queremos ser en el futuro.

Y lo cierto es que tenemos la oportunidad de sacar algo positivo: es hora de plantearse qué Comunitat Valenciana queremos para los próximos 50 años. Contamos con las condiciones idóneas: situación geográfica estratégica, clima envidiable, un gran patrimonio natural y cultural y, por supuesto, la creatividad, el talento y el carácter abierto y emprendedor de su gente. Solo falta que quienes gobiernan tomen las decisiones adecuadas.

Podemos construir una comunidad amable, abierta y libre, con una fiscalidad favorable; una comunidad que cuida lo nuestro y cuida de los nuestros, especialmente de nuestros mayores; una comunidad que mire al futuro y cuide del planeta.

Los presupuestos de la Generalitat deben ser el reflejo de esa comunidad que queremos. Es imprescindible partir de cero, olvidarse de motivaciones partidistas e ideologías, ser práctico y eficiente. Esto no será posible sin una financiación adecuada y sin una utilización óptima de los fondos europeos. Siendo los recursos escasos, habrá que contar con la necesaria colaboración del sector privado y será también esencial llevar a cabo un seguimiento de los objetivos a lograr.

Pero, sobre todo, la Comunitat Valenciana que queremos construir debe ser reflejo del Acuerdo de Reconstrucción. Lo contrario supondría una traición a todos los valencianos.

Mientras llega la financiación justa, los recursos son los que son. Y no es responsable hacer castillos en el aire ni apostarlo todo a que el dinero lloverá del cielo (de Madrid y de Europa), sobre todo porque la credibilidad del Gobierno de la nación brilla por su ausencia. Por tanto, hay que priorizar y destinar esos recursos a lo realmente importante sin dejarse llevar por motivaciones ideológicas que no mejoran el día a día de la gente.

En Ciudadanos hemos optado por ese camino. Hemos tendido la mano al Consell y parece que de momento hay buena sintonía, haciendo propuestas moderadas con las que cualquier ciudadano podría estar de acuerdo independientemente del partido al que vote: no subir impuestos, reforzar la sanidad incorporando 8.000 médicos y enfermeros, consolidar en cuatro años una red de residencias de mayores que suponga incrementar las plazas en 20.000, modernizar la educación, impulsar la Formación Profesional Dual, mejorar el aprendizaje de idiomas, apoyar con una importante línea de ayudas de hasta 200 millones a los autónomos y empezar a invertir de forma seria en innovación. Todo esto debería ser complementado con una auditoría externa que detecte las ineficiencias de la Administración y poder así tomar decisiones para resolverlas.

Son muchas más las cosas que nos unen que las que nos separan. Centrémonos en ellas y no renunciemos al gran potencial de esta comunidad, de sus empresarios, de sus autónomos, de sus trabajadores y de sus familias. Utilicemos de forma sensata los recursos y construyamos entre todos una Comunitat Valenciana a la que todo el mundo pueda y quiera venir y en la que todo el mundo quiera quedarse. No desaprovechemos esta oportunidad.