Nadie duda de que la pandemia está provocando una transformación en la sociedad, en las empresas y en la vida de las personas. Y este cambio debe suponer una oportunidad para el planeta que debemos afrontar juntos para convertir la denominada nueva normalidad en un camino global de todos, que afronte y construya el futuro de manera positiva y sostenible. En esa ruta, cada uno de nosotros, nuestras empresas y todas las organizaciones, asociaciones y organismos públicos y privados que conforman nuestra sociedad, debemos enfrentarnos a nuevos retos que, tras las lecciones aprendidas durante los meses de confinamiento, marcarán el rol que a corto y medio plazo queremos desempeñar.

Entre los grandes desafíos a los que nos enfrentamos se encuentra la gestión del desarrollo sostenible de nuestras casas y nuestras ciudades. No podemos cerrar los ojos ante el desplazamiento de miles de personas que se va a producir desde las zonas rurales a las urbes en los próximos años, un movimiento que, como viene señalando Naciones Unidas, hará que en torno al 70 % de la población mundial vivirá en ciudades o en zonas urbanas en 2050.

En este contexto, la industria de la construcción lidera el camino tanto como motor de reactivación segura y ágil de la economía, como facilitador de la promoción del bienestar y la cohesión social. Y es precisamente la industria de la construcción la que tiene que asegurar la sostenibilidad de ese imparable proceso de urbanización, imaginando, aportando, ofreciendo soluciones innovadoras, ecológicas, respetuosas con el medio ambiente y sostenibles que contribuyan a construir las ciudades del mañana.

Para poder alcanzar este objetivo, desde la industria nos comprometemos con este desafío a partir de un objetivo rotundo como es la construcción de un futuro mejor, apostando por la innovación para contribuir a levantar las ciudades del futuro con nuevos productos, servicios y soluciones constructivas.

Y esas soluciones constructivas, que constituyen nuestra apuesta clara, tienen que ser seguras, resilientes, sostenibles, circulares, inteligentes, inclusivas y, sobre todo, humanas. Y digo que ofrecemos soluciones seguras porque, ante todo, deben proteger la salud y el bienestar de los ciudadanos. Además, deben ser soluciones resilientes que refuercen la durabilidad de las infraestructuras, de las edificaciones frente a pandemias, inundaciones o sequías.

Esas soluciones deben estar impregnadas por la sostenibilidad, de forma que minimicen la huella de carbono a lo largo del ciclo de vida de cada una de las construcciones y que, sin duda, integren el medio ambiente como parte esencial en sus diseños. Y en ese ámbito, las soluciones circulares deben estar presentes para promover el uso eficiente de la energía y el agua, fomentado la reutilización y el reciclaje de los recursos. En este siglo XXI, no podemos dejar de lado las soluciones inteligentes, que faciliten la comunicación y la conectividad, convirtiendo la tecnología y la transformación digital en ejes esenciales del futuro.

Por último, el futuro siempre debe construirse por un lado con soluciones inclusivas, que permitan la accesibilidad, que agilicen la movilidad a partir de la solidaridad y la convivencia, y por otro, con soluciones humanas que en definitiva mejoren la vida de las personas y que diseñen el equilibro fundamental entre el cuidado del planeta y el desarrollo de las futuras generaciones.

Y en este desafío que afrontamos con optimismo, no estamos solos. La Unión Europea y sus Estados miembros nos acompañan en el camino. Por esa razón cobra tanta importancia la colaboración clara público-privada, en un ecosistema que, se ha demostrado, cada día es más interdependiente. Porque la realidad es que nos jugamos mucho, como ha quedado evidenciado estos meses con la pandemia. Todos debemos ser conscientes, tanto desde nuestra responsabilidad individual, en nuestra esfera privada, como colectiva, a través de la necesaria colaboración a través de las empresas, de entidades públicas, invirtiendo en ámbitos de investigación, apoyando a los emprendedores, que formamos un ecosistema interdependiente con el que afrontamos el reto ilusionante de diseñar, levantar y construir un futuro mejor, un futuro sin duda sostenible. Es el momento de estar a la altura de este desafío.