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A VUELAPLUMA

Alfons Garcia

La otra vacuna

Expectativas en Europa por la vacuna de Pfizer mientras crecen los contagios

La felicidad en este mundo del dinero se expresa en la Bolsa. Las sonrisas son curvas de valores. Repuntan. No es tan siquiera por una vacuna, sino por los avances no definitivos hacia ella. Es la demostración de lo necesitados que estamos de ilusión. Es la misma razón por la que nos lanzamos a las calles tras la primera ola: como si asumir entre todos que la epidemia ya era pasado fuera a hacerla desaparecer. Necesitamos creer. Necesitamos futuro. Y la posibilidad de una vacuna en un horizonte concreto la damos por buena a pesar de todas las dificultades colaterales. La mochila de incertidumbre ya pesa.

El mismo día que la curva de contagios y de mortalidad tocaba techo llegaba la noticia esperanzadora de la vacuna. Ella se llevó la atención de los periódicos y los mercados financieros, y no los datos escalofriantes de la pandemia por el mundo. Estos hemos empezado ya a digerirlos con sal de frutas. Hay días que pesan en el estómago, pero hay que hacer para que no bloqueen el tránsito intestinal. Los expertos dicen que no hay que fijarse tanto en los contagios como en los indicadores de hospitalizados y camas de unidades de cuidados intensivos ocupadas. Y en eso aún estamos a salvo. En las cifras casi siempre se puede encontrar además un lado positivo. La Comunitat Valenciana ha tocado su récord de muertes de la segunda ola durante el último fin de semana (26), pero siguen siendo el 5 % (más o menos) de las de toda España en ese periodo (512). Como durante toda esta experiencia de película. Las cifras nos sonríen en comparación con el resto de la península ibérica, siempre que no te toque la lotería de formar parte de ese 5 %.

Para la desinformación no hay vacuna, de momento. Se ha convertido en otro de los productos estrella de esta crisis. ¿Podría el negacionismo haber obtenido su alcance popular sin la actual tecnología global de la comunicación? Diría que no. Toda esta red conspiranoide es posible que se diluya el día después de la pandemia, pero dejará huella. Como el Tea Party del creacionismo se esfumó pero dejó semillas para el trumpismo, Steve Bannon y QAnon. La guerra de la información incluso ha pasado a jugarse en el terreno local. Tengo la sospecha de que la base del repunte del desencuentro entre los socios principales del Botànic está el protagonismo de Ximo Puig en la primera ola y el refuerzo ahora de su equipo de comunicación y de otras conselleries socialistas. Mónica Oltra no quiere repetir jugada cuando la situación se recrudece, aún a costa de deslucir la imagen de la gestión realizada. Se habla mucho de diálogo y unidad, pero intentan imponerse verdades únicas. O conmigo o contra mí. De este tiempo nos llevamos que las pulsiones autoritarias no son marca única del populismo de derechas y que, por ahora, no hay indicios de vacuna contra ello.

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