Este es el subtítulo de la espléndida novela, La Era del diamante, un relato de Neal Stephenson, maestro de la ciencia ficción con un estilo postciberpunk, que narra los avatares de una niña que, por azar posee, a sus pocos años, un libro interactivo, fruto de la IA y de la Nanotecnología, que es su guía para los ritos de transito de la niñez a la adolescencia y a la juventud, y que le permite ir superando muy duras pruebas en esas etapas de su vida, en un mundo extraño y postapocalíptico, sin más ayuda que el libro. Aunque esta multipremiada novela cumple este año su primer cuarto de siglo de su publicación en USA (la traducción española es de 2005 en Ediciones B) que han coincidido con formidables avances de la sociedad digital, reconozcamos que todavía carecemos de un libro, como el descrito por Stephenson, capaz de suplir la falta de experiencia, sin ningún otro tipo de ayuda ni apoyo externos. Sorprendentemente, en la actual y magnifica sociedad del conocimiento, proliferan las broncas y guerras tribales, con mucho ignorante diciendo barbaridades protegido desde el anonimato en las redes sociales.

La sociedad digital, con su impresionante acceso ilimitado a todo tipo de información, provoca el espejismo de que existe ese manual, usado por nuestra jovencita, que puede suplir, con suficiencia la falta de experiencia. Los nuevos partidos han hecho de las redes su pilar estratégico, con éxito diverso, ya que además, por no tener historia, no tienen otra alternativa. Lo que resulta menos comprensible es que también, los dos grandes partidos parlamentarios, practiquen una dinámica parecida y renuncien, en gran medida, al patrimonio de experiencias que han acumulado durante décadas de gobierno, y, en el caso del PSOE una hoja de servicios que se entrelaza con tres siglos de la historia de España. Hay sin duda sombras, o incluso abismos de negrura, de los que hay que aprender para que no vuelvan a suceder, pero también espacios amplios de luz de los que extraer experiencias, que pueden permitirnos, en esta durísima coyuntura social y económica provocada por la pandemia, buscar puntos de encuentro, porque ni el gobierno, ni las CCAA (Comunidades Autónomas), ni el resto de los partidos políticos, ni los empresarios ni los sindicatos por sí solos, pueden resolver con un mínimo de eficacia esta encrucijada.

En la actualidad funciona la dinámica de dialogo social entre Sindicatos y Patronales, y la de éstos con el Gobierno, y también se producen acuerdos con la mayoría de CCAA, particularmente en el caso de la pandemia. En el Parlamento se producen acuerdos, pero las posibilidades de que incluyan al primer partido de la oposición, hoy por hoy, son escasas no digamos nulas, pues mientras hay escasez hay esperanza). Reconozcamos que las posibilidades de acuerdo del PSOE con el PP sobre los grandes retos de presente y futuro de España son altamente improbables, y el escenario de desacuerdo en relación con la renovación del CGPJ (Consejo General del Poder Judicial) así lo evidencia. En este asunto hay dos hechos a resaltar. El primero la mala explicación, si es que ha existido, que el Gobierno de España ha dado a las instituciones europeas, cuando debía ser consciente de la más que justificada sensibilidad que éstas tienen con el flanco de la independencia de los poderes judiciales, que se expresa en relación con Polonia y Hungría. El segundo es la obstinada negativa a la renovación del CGPJ por parte del PP, salvo que se acepte algo inaceptable como la exclusión, a priori, de un partido parlamentario y además de gobierno, lo que alimenta la impresión de que no quieren perder su posición en la actual mayoría de aquel, lo que pone, a su vez, en tela de juicio que el actual mecanismo de elección sea una garantía plena de independencia del órgano de gobierno de los jueces.

¿La situación de confrontación abierta y permanente del PP frente al PSOE en el gobierno, es exclusiva de la relación Sánchez-Casado? Obviamente no, todavía resuenan en los salones de la historia reciente aquello de “¡váyase, señor González!, o las acusaciones a Zapatero de grueso calibre. No obstante, a partir de 1982, se alcanzaron tres acuerdos estratégicos entre ambos partidos, dos de ellos gobernando el PSOE, en una situación de caída electoral en ambos casos y de ascenso del PP, y un tercero estando el PP estrenando mayoría absoluta, a iniciativa del PSOE, cuando iniciaba Zapatero su andadura como secretario general. Los resultados de los dos primeros fueron el Pacto de Toledo en 1995 y la Reforma Constitucional de 2011 para limitar el Gasto Público, y el tercero, en el 2000, el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo.

El cataclismo sanitario y económico de la pandemia, y las expectativas y condicionantes que los fondos europeos nos generan, son factores estratégicos más importantes, salvo el acuerdo contra el Terrorismo, que los que empujaron a ambos partidos, sin que tuvieran que renunciar a sus señas de identidad, a la firma de aquellos acuerdos.

La tajante ruptura de amarras con VOX, contenido en el discurso de Casado en la moción de censura de Abascal, y los propósitos y valores políticos que albergaban sus palabras, debían de tener como corolario práctico la apertura de escenarios de dialogo sobre los acuciantes problemas que afligen a la sociedad española. Veremos.