Hablemos. Para despejar falsos mitos, conocer sus caminos, llegar a comprender cómo se sienten las personas con problemas de salud mental. Lo que no se ve también existe. La amabilidad y la comprensión siempre son la manera de recibir la historia de una persona.

Hoy, la pandemia está generando un desgaste psicológico que provoca nuevos casos de patológicas relacionadas con el aspecto emocional y psíquico, además de agravar los ya existentes. Podemos decir que sí, que a veces hablamos de salud mental, pero lo hacemos a pinceladas, discretas y con trazos difusos. Quizá comentamos en tercera persona, sobre terceras personas… sutilmente; para hablar de episodios personales bajamos un poquito más la voz y solo con los nuestros, los de confianza, por miedo al estigma y a no ser comprendidos.

Y, fíjate que curioso, porque hablar de salud mental es darle un lugar preferente al bienestar de una persona y su cuidado en todas sus tonalidades. Es también ganar en sensibilidad sobre este tema, es permanecer al lado de las personas que lo sufren invisiblemente. Hablar con todas las letras, una detrás de otra, con el tono adecuado y la cabeza alta, mirándonos a los ojos para vernos por dentro.

En un tiempo en el que las preocupaciones se agolpan, los miedos se intensifican y el aislamiento social es un paso hacia atrás para las personas con problemas de salud mental, se hace más necesario que nunca volver a lo sencillo, quedarnos con lo importante, reforzar nuestro valor como personas. Cuidar la salud mental es un objetivo de todos y todas. Es un gesto comunitario que implica sensibilización e información para favorecer la inclusión a todos los niveles. Instituciones, organizaciones, familias, asociaciones, ciudadanos, en general, en todas sus versiones, podemos hacer que la salud mental forme parte de nuestra vida para amarla de la mejor manera posible.

La pandemia ha supuesto un retroceso del colectivo a muchos niveles, sobre todo social y laboral. Tanto la primera ola, como la segunda se ha llevado por delante horas y horas de trabajo para conseguir la integración, autonomía y autoestima de muchas personas. Además, los recursos sanitarios y sociales están colapsados en muchos casos por atender otras urgencias y prioridades y el colectivo se encuentra con una merma de recursos a su disposición. Ahora que amenaza otra pandemia psicológica.

Por eso, si en lugar de mirar, vemos. Si nos fijamos, nos acercamos y sobre todo hablamos y escuchamos sobre salud mental, estaremos haciendo posible para muchas personas que la vida sea más fácil. Coloquemos los problemas de salud mental en el lugar que les corresponde a nivel social y sanitario. No pensemos que no existen porque no los vemos a simple vista. Existen en el sufrimiento de las personas, en el cansancio de las familias, en el aislamiento laboral, en la incomprensión de los que no entienden. Para abrazar la vida se necesitan motivos, démosles, démonos, entre todos los refuerzos necesarios para continuar juntos de la mejor manera. Todos formamos parte porque todos tenemos un lugar desde donde aportar, que es el nuestro. Cada uno de nosotros podemos contribuir a que la sociedad sea mejor. Elige ese lugar y no excluyas a nadie por nada y por ninguna condición. Nadie se merece no tener la oportunidad de participar en una sociedad que tiene tantos colores y matices.

No miremos hacia otro lado cuando las personas con problemas de salud mental pasen cerca, veamos lo que no se ve para entenderlas y apoyarlas. Ese gesto es la mejor manera de cuidar y de mejorar su calidad de vida, porque se sienten aceptadas, sin etiquetas ni condiciones. La salud mental es una prioridad global y cuidarnos unos a otros, el mejor regalo que nos podemos ofrecer.