El 26 de noviembre del 2016 está marcado en mi calendario como un día especial como militante del PSOE. Un defenestrado Pedro Sánchez llegaba a Xirivella para comenzar la reconquista por parte de la militancia del partido. De un Partido Socialista que había pasado hacía algo más de un mes por un proceso doloroso que acabó con la dimisión de Sánchez como secretario general.

Tuve la suerte de participar de la organización de ese día. Recuerdo unos días llenos de intensidad pero sobre todo de ilusión. Sabíamos que aquello funcionaría. Desde el primer momento el enfado de la militancia ante tal ejercicio de deslealtad hacia quien ostentaba la Secretaría General por parte de gran parte de los miembros de la ejecutiva, actuó como un revulsivo. Justo el que se necesitaba para que en un primer acto pudiésemos juntar más de 1.500 personas, no solo militantes, dispuestos a acompañar a Sánchez por toda España y recuperar para las bases el partido. No solo se trataba de votar ‘no’ a la investidura de Rajoy y con ello negar el apoyo al partido político mas corrupto de este país. Los sanchistas pretendíamos un partido dispuesto a recuperar la calle, que abriera las Casas del Pueblo a la ciudadanía, que avanzara en la modernización de España, en la transición ecológica, en una gran alianza de fuerzas progresistas , un cambio de políticas que solo se consigue cambiando la forma de hacer políticas.

Cuatro años después, el PSOE es más PSOE. Ganamos una moción de censura. Hemos ganado 5 elecciones y gobernamos España.

Pedro Sánchez ha devuelto no solo a la militancia, sino a buena parte de los españoles y españolas, la ilusión por un proyecto común que resuelva los problemas históricos de esta país. Aún en los peores momentos de la historia reciente mundial, en los que la pandemia de la covid-19 ha cambiado las prioridades de todos y todas, hoy podemos decir que el liderazgo de Sánchez en el Gobierno nos hace afrontar esta crisis con mayor esperanza.

Como socialista mantengo intactos la ilusión y el compromiso que me llevaron a apoyar a Sánchez desde el primer instante, mucho antes de aquel 1-O. Con ocasión de las primarias escribí que le apoyaba por su respeto a la militancia, por su no apego al escaño, porque es feminista y, sobre todo, porque representaba a un partido integrador, diverso y plural. Hoy me reafirmo, pero sobre todo me alegra formar parte del proyecto que encabeza. Queda trabajo aún por hacer, pero la motivación que en aquellos días nos movió sigue vigentes y las ganas no faltan. Como decía nuestra banda sonora de aquellos meses, «saber que se puede, querer que se pueda… pintarse la cara color esperanza».