El 24 de junio de 1859, día en que el ejército austríaco se enfrenta con el francés y el piamontés, Henry Dunant, un hombre de negocios nacido el 8 de mayo de 1828 en Ginebra, se encontraba en Solferino, cerca de Verona. Allí se libró una cruenta batalla. Esa noche hubo casi 40.000 muertos y Henry observó cómo los heridos quedaban desatendidos y morían. Ayudado por las mujeres de los pueblos cercanos, se esforzó por socorrerlos sin distinción de uniforme ni de nacionalidad.

Impresionado por este hecho, en 1862 plasmó sus impresiones en el libro ‘Recuerdo de Solferino’, en el que concibe la idea de crear sociedades de socorro en tiempo de paz, «cuya finalidad será cuidar de los heridos en tiempo de guerra por medio de voluntarios entusiastas y dedicados, perfectamente cualificados para el trabajo».

Su idea fue recogida por un grupo de cuatro ciudadanos suizos, que junto a Dunant fueron conocidos más adelante como el ‘Comité de los Cinco’: Moynier, Dufour, Appia y Maunoir. Este comité impulsó las ideas de Dunant y dio origen en 1863 al Comité Internacional de la Cruz Roja.

La labor humanitaria y de pacificación de Henry Dunant fue reconocida en 1901 con el primer Premio Nobel de la Paz.

Mucho ha cambiado el mundo desde entonces, y mucho ha cambiado el concepto de voluntariado. Vivimos una época de crisis, marcada por la globalización de la desigualdad, la revolución tecnológica, las emergencias humanitarias, el cambio climático, y todo ello agravado por la pandemia global que está azotando a todos los países del mundo.

Los conflictos bélicos continúan en muchas partes del planeta, la persistencia de la miseria y las fuertes desigualdades entre los países producen intensos flujos migratorios de personas desesperadas, en busca de una vida mejor. En las naciones más desarrolladas, las sociedades han evolucionado hacia la búsqueda del Estado del bienestar, sin conseguir eliminar las bolsas de pobreza y las desigualdades. Sin embargo, sí han generado, por otra parte, unas clases medias con una mayor disposición de tiempo libre, a la vez que se ha abierto paso una creciente conciencia social y, como consecuencia, un fuerte incremento de las personas que están dispuestas a dedicar parte de su tiempo y sus recursos a ayudar a los demás.

El voluntariado ha sido, y es, el alma de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja desde su creación hace 157 años, ayudando y brindando asistencia a millones de personas vulnerables que lo necesitan.

Cruz Roja no es una organización con voluntariado, sino una organización de voluntariado. Esta precisión puede parecer menor, pero no lo es en absoluto. Las personas que realizan su voluntariado en Cruz Roja son nuestra esencia y participan de forma activa de todos y cada uno de los procesos de la misma. Son la voz, las manos y los ojos de Cruz Roja en todos los lugares y, sin duda, la mejor expresión de la solidaridad con mayúsculas. Solo en España, más de 213.000 personas participan como voluntarias de Cruz Roja, 20.000 de ellas en la Comunitat Valenciana. Y en todo el mundo son más de 17 millones, con presencia en más de 190 países.

Todas ellas llevan consigo su compromiso humanitario para ayudar a quienes más lo necesitan, teniendo muy presentes los principios y valores de Cruz Roja, que son la humanidad, la imparcialidad, la neutralidad, la independencia, la unidad, la universalidad y, sin duda alguna, el carácter voluntario.

Cada día, miles de personas, a través de su voluntariado, dan lo mejor de sí mismas a las personas que más lo necesitan, sin esperar nada a cambio. Comprometidos con nuestra misión y nuestros valores, los voluntarios y voluntarias de Cruz Roja conviven y comparten las condiciones de vida, esfuerzos y dificultades a las que se enfrentan las mujeres y hombres en los proyectos de ámbito nacional e internacional en los que trabajamos. Apoyan y animan a niños y niñas en los hospitales, o en el seno de familias sin recursos, luchando por una igualdad de condiciones de aprendizaje. Ayudan a nuestros mayores, mitigando su situación de soledad, y vigilando su salud, apoyan a las mujeres maltratadas ayudándolas a rehacer sus vidas, socorren a las personas sin recursos en sus necesidades mas perentorias, y les ayudan a mejorar sus competencias y les acompañan en la búsqueda de empleo, movilizan a su entorno local más próximo, sensibilizando a la sociedad y realizando actividades para conseguir más apoyos en la promoción de la solidaridad y la lucha contra la pobreza, la exclusión y la desigualdad, sin distinción de raza, sexo, edad o procedencia.

Cada año, tal día como hoy, el 5 de diciembre, conmemoramos el Día Internacional del Voluntariado. Es una buena ocasión para celebrar y homenajear a todas las personas que de forma anónima quieren dedicar tiempo, esfuerzo, ilusión y compromiso para contribuir al objetivo común de mejorar la vida de las personas.

Y quizás también es buen momento para recordar a Martin Luther King: «La más urgente y persistente pregunta es, ¿qué estás haciendo por los demás?».