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Esquivel

La sacudida que viene y va

Me trasladan que una conocida está a la espera de que el hospital dé con el momento apropiado para ponerle la cámara a la madre y que los suyos puedan despedirla a distancia puesto que el temido final se viene encima. El drama se acrecienta porque uno de los hijos fue el que, en una visita a casa, le transmitió el virus. Así no hay quien viva.

  Ese podría ser, por otro lado, el funesto lema que cubra el firmamento de las residencias de mayores en esta desdicha. Ha visto la luz la presunta cifra de inquilinos que se llevó por delante la primera ola y no quiero ni reproducirla. Duele, ciega, enerva. Hasta Amnistía Internacional, que suele estar pediente de otro tipo de conflictos, se ha visto sacudida por un espanto al que las respectivas autoridades han sido incapaces de ofrecer respuesta y en el que la organización señala que se han vulnerado cinco derechos: el derecho a la vida, a la salud, a la no discriminación, a la vida privada y familiar y, en último extremo, a la muerte digna. No es para que ningún menda ni tropa alguna salga por ahí alentando un golpe de estado porque, desgraciadamente, el balance lamentable se sitúa en parámetros intermedios dentro del contexto internacional. De cualquier modo, a los laureados de otra época los efectos de esta pandemia no les preocupa y ni les viene ni les va. A ellos lo único que les irrita es que no manden los suyos que, al parecer, es lo estruendoso.

  Me como por dentro al llevar un año sin ver a mi madre y no saber el plazo que resta. Y, al mismo tiempo, bendigo la suerte y el sacrificio de contar con una hermana que la tiene en una burbuja desde que tocó a rebato. No quiero por dios que nadie se sienta concernido. Cada uno considera sus circunstancias y las nuestras han trastocado lo normal en extraordinario. De ahí que el rebuscar en medio de esta angustiante nebulosa en el término «allegado» para dar con no sé qué tecla se haya convertido en debate nacional tiene guasa. También es lo que nos distingue. Aunque a veces tengamos la gracia en el culo.

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