La situación de la sanidad española está pasando y pasará por tiempos difíciles y los conocidos recortes pasados y presentes están a la vista de todos, así como la carga que van a tener los medicamentos para nuestros pacientes, los niños. Por eso creo oportuno dedicar estas líneas a una de las tareas más importantes que tiene el pediatra.

Los pediatras, además de tratar enfermedades, somos o debemos ser verdaderos humanistas por el contacto que tenemos con las familias. Ejercemos también como educadores sanitarios ya que tenemos la obligación de saber escuchar. Como decía el famoso médico español Carlos Jiménez Díaz, «antes de la inspección, palpación, percusión y la auscultación, el médico ha de efectuar la ‘escuchación’» y luego hablar incluso para curar, porque las palabras incluso curan en bastantes casos y otorgan credibilidad al profesional aparte de mostrar una entrega, ternura, o por el contrario crear zozobra e inseguridad. De ahí se deduce la importancia de la asistencia presencial en las consultas pediátricas, labor que en ciertas ocasiones no se puede realizar y se sustituye por la vía telefónica u ‘online

The Word Pharmacy (Farmacia de palabras) es un proyecto del escritor danés y artista sonoro Morten Sondergaard, que ha creado una serie de cajas de medicamentos que se encuentran en las estanterías de la farmacia. Los diez envases que emulan el diseño médico clasifican en realidad categorías gramaticales: verbos, sustantivos, pronombres, artículos, preposiciones, adverbios, conjunciones, adjetivos, numerales e interjecciones.

 La idea del diseñador es extraordinaria. Las palabras dan mucho juego, así como de la sonoridad que las palabras producen al unirse e incluso en la relación médico-familia-niño otorgan sentimientos. ¡Cuántas veces hemos escuchado «he hablado con usted y me he quedado tranquila», o «cuando vengo a la consulta ya me siento segura», o «mira, tenía que hablar contigo solo un momento», o «se ha cumplido lo que decías y la fiebre le ha durado tres días»!

A los jóvenes pediatras les insisto mucho incluso en el tono de la palabra, que para mí es un elemento esencial en la relación con los padres y con el niño ya que debe ser cariñoso y no árido y desabrido. Un tono duro puede hacer llorar a un niño y a su madre. Cosas de las palabras y el tono.

Los pediatras tenemos una maravillosa tienda de palabras (¡qué rica es nuestra lengua!) que con una adecuada vocalización cariñosa pueden convencer a una madre de que su hijo solo necesita paracetamol y agua y, desde luego, curaremos siendo muy baratos. Vocalicemos despacio y pongamos acento de ternura, a ser posible infinita y el niño -y también el mayor- caerá en las redes de su propia sonrisa.

Es un hecho totalmente contrastado que los pediatras que ejercen en atención primaria curan más con el diálogo que con los fármacos, porque las palabras dan mucho juego y la receta médica se puede reducir o incluso hacer desaparecer en beneficio del bolsillo de las familias que atendemos. Así podremos afirmar que los pediatras somos los más económicos dentro de las especialidades médicas y estamos contribuyendo, además de educar a la población, a colaborar en tiempos de crisis.

¿Las palabras curan? Sí. Creo firmemente que sí.