Unidos por un décimo’ fue el lema de la campaña 2019 de la lotería de Navidad. Veíamos a un abuelo regalándoselo a quien fue su nuera, un enfermero y su paciente unidos en busca de la suerte... Este año el lema es ‘el valor de compartir’, y es curioso porque en el anuncio aparecen escenas y personajes anónimos de la historia de este sorteo, o lo que es lo mismo, de nuestra propia historia. Personajes que forman parte ya de la memoria colectiva.

 En nuestra retina perduran un nieto de la mano de su abuelo en busca del hombre con bastón que vende el cupón de los ciegos, y aquellas peñas de amigos que depositaban la ilusión en goles radiados los domingos. Quién no ha comprado un décimo para compartir con los amigos delante de una buena paella o quién no ha acompañado a su padre o madre para hacer cola ante esa administración de referencia que nos venderá ‘el Gordo’ de ese año.

Hoy seguimos emocionándonos cuando el 22 de diciembre vemos en televisión a unos vecinos descorchando botellas por ese pellizco de la fortuna que alegrará sus bolsillos y sus vidas. Porque en el juego también hay un fuerte componente de solidaridad.

Este año de pandemia, el ministro liquidador de Izquierda Unida a cambio de una cartera ministerial, Alberto Garzón, ha regulado la publicidad del juego, y el gobierno del Botánico, con Podemos y Compromís pugnando por ganar protagonismo, ha arbitrado nuevas reglas para los locales de juego, apuestas y tragaperras. A ambas formaciones les mueve el interés por salvaguardar la integridad de nuestros hijos, evitarles conductas compulsivas o adictivas y asegurar su salud presente y futura. Nada se puede ni debe objetar ante propósito tan noble. Ahora bien, el juego no solo existe a 800 o 500 metros de las escuelas, ni son solo las tragaperras las que poseen luces y sonido, ni son las únicas de premio automático.

Por ejemplo, mientras se prohíben las salas de juego cerca de los institutos educativos, se pretende permitir a sus alumnas, menores de edad, abortar sin autorización familiar. También que los adolescentes puedan someterse a tratamientos hormonales y operaciones quirúrgicas de cambio de sexo sin permiso de los padres. Extraña forma de proteger. En ocasiones parece que estemos en un mundo de locos. A este paso llegará el día en que aquel perro que huyó con el premio de la lotería ¿lo recuerdan?, será tratado de ludopatía y su dueño, encerrado por maltrato animal. Al tiempo.