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Esquivel

Sesión de tarde

Un grupo de treintañeros queda para pasar la tarde con las precauciones de rigor. El primero comenta al llegar: «Oye, me han dicho que follas poco». «Ojalá». Se trata de gente que se quiere con ganas, algunos de los cuales lo pasó mal hasta poder mostrarse tal cual es. Suelen citarse para ver una peli que luego despiezan. La elección parte del anfitrión, que es el que ojalá... pero quien cinematográficamente hablando no tiene, sin embargo, rival.Hoy va a cambiarle el paso a la tropa y anuncia documental sobre la primera aborigen que consiguió una medalla en los Juegos Olímpicos de verano. Lo único que los asistentes conocen de Miriam Blasco es la avenida. Empiezan a sucederse imágenes de la pucelana rodeada de hermanas por todas partes, aunque también haya chavales, con los padres empujándolos a hacer deporte para aplacar tanta fiera. Al trasladarse a Alicante de la mano de su chico, el desahogo se convierte en un modo de vida que primero le marca un yuko, luego un koka hasta dejarla entregada a la causa. Los testimonios tanto castellanos como mediterráneos confieren al relato un aire entrañable que tiene a todos con los ojos como platos.La vajilla sentimental queda hecha añicos con la muerte de Sergio Cardell, su faro, a un mes de la cita de Barcelona. Los espectadores se estremecen cuando ven que es ella quien agita al pabellón para que coree el nombre de su preparador ausente nada más colgarse el oro. Así que no les extraña que resistiera cuatro legislaturas intentando echar una mano a los de su cuerda vocacional y dándose golpes. El más sonado, el que la llevó a votar contra el matrimonio del mismo sexo cuando había caído rendida a los pies de la inglesita a la que dejó en plata. A Miriam aquello la atormenta pero ha tenido la suerte de dar con una británica pizpireta que se ríe de su sombra. Los espectadores de la sesión no dan crédito y se quedan embobados al comprobar que, a la boda, asistieron el ‘ex’ de la campeona, que es un cielo, y su pareja. Mejor ‘christma’, ya me contarán. 

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