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Fin de año

 En tiempos, es decir, en esa otra vida que teníamos antes de marzo de 2020, la semana anterior al fin de año era un martirio a causa del recuerdo machacón de los acontecimientos que se habían dado en los doce meses. Era insufrible tener que oír una y otra vez lo mismo, ya fuese en la radio o la televisión, y pasar las páginas de los diarios repetidas hasta el agotamiento.

Pero todo eso se ha vuelto lo habitual porque en este infausto 2020 no existe otra noticia que la de la covid-19 y la manera como nos conduce no al fin de año sino al fin del mundo. Del común, al menos. Hace doce meses las preocupaciones dependían en buena medida del proceso soberanista catalán, es decir, de los esfuerzos que la mitad de los ciudadanos del condado hacían para transformarlo en reino, en república mejor dicho, en contra de la otra mitad. El asunto iba a los efectos prácticos de la creación de un nuevo documento, de un pasaporte. Pero un año después el nuevo pasaporte del que se habla es otro muy diferente: uno sanitario, propio de todos los europeos, que aún no se sabe si servirá como salvoconducto o como presidio aunque, habida cuenta de los confinamientos destinados a contener la pandemia, podría decirse que presos estamos todos.

¿Cambiará la vacuna que comienza a suministrarse la situación? La galardonada por uno de los grandes diarios nacionales como personaje del año, Isabel Sola, codirectora del laboratorio de Coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), explica de manera tan clara como breve por qué no. Las vacunas ya disponibles protegen contra la enfermedad pero no impiden que el vacunado transmita el virus, así que será difícil que alcancemos la inmunidad de rebaño (por cierto; qué sustantivo más adecuado y hermoso para retratar en qué tipo de oveja nos hemos convertido ya). La vacuna española cuenta entre sus objetivos el de impedir que el SARS-CoV-2 se transmita pero, ¡ay!, no la tendremos hasta que termine el nuevo año que mañana comienza. Y eso si hay suerte.

Así que contentémonos con leer y oír lo mismo que en cada uno de los días transcurridos desde el comienzo de la pandemia, incluyendo los episodios festivos como el balance de la gestión gubernamental hecho por el señor presidente. Dispuesto a animarnos, nos brinda un cuento de hadas que si no se parece mucho al de fuera es por culpa nuestra, que somos al cabo los que enfermamos. Por más que los sanitarios de Son Espases se queden sin vacaciones y el jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos de ese mismo hospital confiese que da miedo pensar en lo que vendrá tras las fiestas navideñas, nuestro presidente, el más presidente de todos, cambia de tercio y nos anima a entender que nuestro Gobierno es lo único eficaz y serio de todo el país. Igual acierta y tenemos que entender que no habrá nada mejor. 

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