Parecía que no iba a llegar nunca y ya está aquí, han sido nueve meses muy duros, en los que hemos estados sometidos a sobresaltos constantes. Casi un año de sufrimiento por la pérdida de vidas humanas y por la ruina económica para muchas familias, miles de empresas que no han podido soportar las medidas aplicadas para controlar la pandemia y han sucumbido bajo el envite de un virus que no solamente ha tenido consecuencias en la salud. También ha sido muy triste comprobar cómo hemos modificado hábitos cotidianos que han saltado por los aires.

Ahora las cosas han empezado a cambiar, algo que los agoreros decían que era imposible o que tardaría mucho más; ya está entre nosotros la solución definitiva al problema. Un domingo ha comenzado la vacunación y lo ha hecho sin influencias, sin presiones, siguiendo criterios sanitarios, aplicándola primero a los más vulnerables, y a los profesionales que los atienden. El criterio parece sensato y acorde a principios solidarios propios de países desarrollados y generosos con el uso de los instrumentos de protección social.

Pero la gravedad no ha terminado, todavía queda mucho por hacer, y la primera tarea consiste en reconocer el momento histórico que estamos viviendo. Ahora comienza un tiempo definitivo para detener la pandemia, al igual que hubo momentos de actuación paliativa y preventiva para evitar una mayor extensión del virus, ahora es la ocasión de acabar con esta lacra que tanto daño ha causado.

De la misma manera que a lo largo del año ha sido indispensable la responsabilidad ciudadana para prevenir la expansión de la covid, en estos momentos sigue siendo necesaria la implicación de todos.

Resulta llamativo y lamentable que según el CIS, casi un 30 % de españoles se niegan a ser vacunados, algo que resulta sorprendente cuando lo que está en juego es la salud colectiva. A estas alturas nadie puede dudar de la gravedad de la enfermedad y tampoco de la forma de acabar con ella, algo que se ha demostrado con esa alianza internacional de investigadores y de estados que se ha venido gestando para luchar con las mismas armas en todos los territorios. El resultado ya está disponible, ahora toca una buena organización en la dispensación, para que lo más pronto posible acabe esta pesadilla y una actitud responsable, asumiendo que esta solución solamente tiene sentido si se aplica en las cantidades que la hacen efectiva.