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lucia rodriguez olay

Facturas pagadas

   Hemos estado oyendo estos días en los que hemos cerrado el año que este 2020 nos ha pasado factura. Hay personas a las que les ha pasado una minuta en forma de pérdida de trabajo, de cierre de negocio, de hospitalizaciones, de preocupaciones dolorosas por inciertas o, en el peor de los casos, de despedidas inconclusas a seres queridos que ya no están aquí.

De un modo u otro, nos ha llegado un recibo que ha sido y sigue siendo caro, incluso que no sabemos muy bien cómo vamos a pagar o cómo vamos a hacerle frente. No se trata de ser catastrofista, pero la verdad es que tengo la sensación de que el precio ha sido alto y que, sin embargo, hay gente que está viviendo esta situación como en una especie de rebaja permanente en donde la fiesta, mal entendida, se ha convertido en un estandarte que no sé muy bien qué simboliza salvo una gran estupidez. La factura llega y las rebajas se terminan.

Estos días fríos y extraños ponían fin a un año que, tal vez por ser bisiesto, como dice la canción, se hizo tan largo como toda una vida. No diré ni que he aprendido ni parafrasearé al anuncio de la bebida asturiana, no tengo ni una sensación ni la otra, pero sí tengo la certeza de que he pagado alguna que otra factura y que, por desgracia, he visto cómo otras personas no han podido pagarlas. He pensado muchas veces que hay algunas ocasiones que la vida se cobra y no debería hacerlo nunca, ni con pandemia ni sin ella.

Arrancar este 2021 se está haciendo complicado, está costando. Así que toca recopilar todas las facturas y hacer cuentas para ir soltando lastre. Es cierto también que han sido muchas las personas que han roto barreras, que se han acercado a quienes más lo necesitaban y que han trabajado de forma constante, generosa y valiente. Por supuesto que el personal sanitario ha estado y está demostrando la inmensa suerte que tenemos de contar con nuestro sistema de salud pública, pero muchas otras profesiones han cobrado importancia estos meses de deudas constantes.

Por la parte que me toca, no puedo dejar de recordar también al profesorado de cualquier etapa educativa. Se ha hecho un esfuerzo enorme, sacando fuerzas y recursos de donde no había. Pagando de nuevo una factura que no contábamos que nos iba a llegar y se hizo, demostrando que la intención, las ganas y la actitud suelen ser bastante más importantes que la aptitud.

Dicen que para que el año que empieza sea mejor que 2020 hace falta poco. Yo prefiero decir que 2021 no sea peor que estos meses que hemos pasado, con eso me conformo, con eso y con que no queden muchas más facturas por pagar porque me parece que, por ahora, ya está más que saldada la deuda. 

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