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¿Una Economía Circular para Europa?

De la cuna a la tumba. O desde la extracción de materias primas del medio natural, pasando por el consumo y utilización de diversos tipos de bienes, a la acumulación en un vertedero de productos ya usados y de diversos residuos. Ese es el recorrido vital que estamos acostumbrados a concebir para los productos e instrumentos que manejamos en nuestra vida cotidiana. Podríamos sin embargo desarrollar la actividad económica en forma más circular y menos lineal, y con ello evitar la excesiva presión que nuestro modo de vida le impone a una naturaleza de la que finalmente todos dependemos. Mientras la visión tradicional de la economía mide a través del Producto Interior Bruto (PIB) el flujo de producción de bienes y servicios, y convierte el aumento de ese flujo en señal del éxito económico de una sociedad, la economía circular busca preservar el valor de los bienes producidos, y mantener la utilidad que su uso proporciona durante el mayor tiempo posible, a la vez que se reduce la generación de residuos desechables. Para el enfoque tradicional, los bienes producidos forman un río de caudal variable, mientras que para una concepción circular de la economía representan más bien un lago que logra mantener la calidad de sus aguas.

La gran operación (‘Next Generation Europe’) iniciada por la Unión Europea para ayudar a los Estados miembros a hacer frente a las duras consecuencias económicas de la pandemia tiene un punto de referencia en el Pacto Verde Europeo, que incluye la promoción de la economía circular como elemento esencial para la reorientación del modelo de crecimiento de las economías europeas.

A escala planetaria, el colosal aumento de la producción de bienes y servicios que se ha registrado desde 1900, con un PIB mundial actual que es 25 veces superior al de comienzos del siglo XX, ha conllevado un aumento extraordinario en la extracción de recursos desde el medio natural, que según algunos especialistas se ha multiplicado por más de 10 veces a lo largo de ese mismo período de tiempo. Las previsiones para el año 2060 que ha desarrollado la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico calculan que para entonces se habrá doblado el uso total actual de materias primas en el conjunto del globo, y que solamente las emisiones de gases de efecto invernadero vinculadas a su extracción habrán aumentado en un 21%. En la Unión Europea, el reciclaje aún sólo cubre un 12% de la demanda de materiales.

Diseño

El desarrollo de una economía circular pretende dar respuesta al excesivo consumo de recursos naturales, así como al abuso de la limitada capacidad de absorción de residuos y emisiones de diverso tipo que posee nuestro medio ambiente. En su concepción va mucho más allá del mero reciclaje de materiales a partir de productos desechados. Requiere también operar con una ingeniería que desde el diseño economice el uso de materiales y busque prolongar la vida útil de los productos, facilitando la reutilización de sus componentes, a la vez que evita el empleo de materiales tóxicos. Implica reducir el empleo de combustibles fósiles, incrementando el de energías renovables. Supone minimizar las pérdidas de alimentos a lo largo de la cadena alimentaria, e impedir que los residuos alimentarios acaben en un vertedero, buscando su reempleo en usos secundarios (p.ej. compost). En ocasiones significa también sustituir la adquisición de un bien por el arrendamiento de sus servicios o por diversas formas de compartir su uso, como ya viene ocurriendo en cierta medida con los automóviles y con algunos electrodomésticos.

La economía circular implica también dar más poder a los consumidores. Por ello, la Comisión Europea está trabajando para establecer un ‘derecho a la reparación’ de los productos y evitar su obsolescencia prematura, y para que las empresas acrediten fehacientemente las afirmaciones ecológicas que hacen en su publicidad.

Transición desigual

La transición hacia la economía circular en Europa será necesariamente desigual, según el distinto ritmo de adaptación de los sectores económicos afectados. Siendo realistas, no es posible dejar de lado que costará la pérdida de algunos puestos de trabajo a medida que disminuya la producción en masa de productos a los que ahora estamos acostumbrados, por lo que habrá que gestionar conflictos entre viejos y nuevos intereses.

Pero se espera que también venga acompañada de la creación de muchos nuevos empleos, dado que gran parte de las actividades propias de la economía circular son fuertemente intensivas en mano de obra y bastantes de ellas lo son también en conocimiento. Hay razones fundadas para pensar que el efecto neto sobre la ocupación será positivo, y un reciente estudio promovido por la Comisión Europea estimaba un saldo neto del orden de 700.000 puestos de trabajo adicionales en Europa de aquí al año 2030. Para obtener el mejor balance en términos de empleo de la transición impulsada por la economía circular será necesario mejorar los sistemas de formación profesional, y dotarse de una capacidad de investigación científica que genere respuestas tecnológicas - la digitalización entre ellas - dirigidas a solucionar los problemas técnicos vinculados a los necesarios cambios en el modelo de negocio de muchas empresas.

Son diversos los yacimientos de empleo que una economía con un enfoque más circular podrá crear. Entre ellos ocupará un lugar destacado la restauración de edificios, incluyendo la mejora de su eficiencia energética, así como la recuperación de los componentes de los productos electrónicos de consumo y su reparación, la reutilización de fibras textiles, y una amplia gama de actividades ligadas a la gestión de los residuos que es donde probablemente será mayor la creación de nuevos puestos de trabajo. Habrá que añadir el empleo indirecto generado mediante servicios - como logística, ingeniería, tecnología digital - necesarios para el desarrollo de los puestos de trabajo vinculados a la economía circular, y los nuevos empleos que satisfarán las necesidades de consumo de la población ocupada en actividades de economía circular. En muchas empresas la introducción de tecnologías más limpias reducirá el uso de energía y materias primas y las emisiones contaminantes, con la consiguiente reducción de costes que a su vez estimulará la demanda mediante precios más bajos, creando nuevos puestos de trabajo.

El éxito de la transición dependerá mucho de la capacidad de innovación e iniciativa de cada país, y de la eficacia con que los gobiernos europeos desarrollen las líneas marcadas en el Pacto Verde. Los recursos extraordinarios de los que van a disponer esos gobiernos para los proyectos que deben presentar a la Unión Europea hasta finales de 2023 constituyen una oportunidad única para impulsar la sostenibilidad social y ambiental y reorientar el crecimiento económico.

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