La experiencia acumulada en los últimos años ha revelado múltiples ventajas en el uso de la mediación, basadas en razones de eficacia, tiempo y economía. A nadie se le escapa que actualmente la tramitación de un procedimiento judicial puede demorarse varios años, lo que nos hace tener más presente que nunca, como decía Séneca, que «nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía». Por contra, la asunción de un acuerdo en un procedimiento basado en la voluntariedad es mucho más satisfactorio y tiene un nivel de cumplimiento más elevado que una sentencia dictada tras un procedimiento contencioso. Por lo que se puede afirmar, sin ningún tipo de duda, que el proceso de mediación se fundamenta en la idea de ser un sistema pacífico de resolución de conflictos, basado en el pacto, el consenso y el acuerdo.

El político y pensador Mahatma Gandhi, adalid del valor del pacifismo, expresó que «las tres cuartas partes de las miserias y malos entendidos en el mundo terminarían si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto de vista». Y esa es, precisamente, la esencia de la mediación, la escucha activa, el diálogo y la empatía.

En una sociedad moderna y compleja como la nuestra, la incorporación de sistemas alternativos para garantizar un mejor acceso a la Justicia basados en la autocomposición y en la neutralidad de un profesional que facilite la resolución de una controversia, resulta necesario para la desjudicialización de determinados asuntos en los que prevalece el interés privado y el principio dispositivo.

Desde Fundación por la Justicia, fieles a nuestro lema ‘Queremos la paz. Trabajamos por la justicia’, defendemos la utilización de la mediación como forma de resolver los conflictos porque qué mejor manera de conseguir la justicia que la que se logra mediante el consenso y el acuerdo, es decir, de una manera pacífica.

En total sintonía con lo que acabo de manifestar, tanto desde la Fundación Solutio Litis del Colegio Notarial de Valencia, como desde la Corte de Arbitraje y Mediación de la Cámara de Valencia y desde el Punto Neutro para la Mediación-Valencia, de las que formo parte, se apuesta y se defiende de manera activa la divulgación y utilización de la mediación como forma alternativa de resolución de conflictos.

Siempre, y en cualquier foro, es necesario reivindicar el uso de la mediación, pero este 2021, debido a la situación creada por la covid-19 y a la cantidad de asuntos y consiguiente atasco de los tribunales, se hace más necesario que nunca hacer un llamamiento para que desde las administraciones públicas se fomente y propicie el uso de la mediación.

Por ello, recibo con esperanza, pero con reserva y mucha cautela, la aprobación por el Consejo de Ministros del pasado 15 de ciciembre del Anteproyecto de Ley de Medidas de Eficiencia Procesal del Servicio Público de Justicia, por el que se regulan los medios adecuados de solución de controversias, entre los que se encuentra la mediación, y que, aunque inicialmente sólo podrá aplicarse para asuntos civiles y mercantiles, en el futuro podrá extenderse a otros ámbitos. Para potenciar su utilización, establece el anteproyecto que habrá de acompañarse a la demanda el documento que acredite haberse intentado la actividad negocial previa a la via judicial, como requisito de procedibilidad; además, el acuerdo alcanzado tendrá el valor de cosa juzgada para las partes, no pudiendo presentar demanda con igual objeto. El acuerdo que se alcance, para que tenga valor de título ejecutivo, habrá de ser elevado a escritura pública u homologado judicialmente cuando proceda.

Se trata, por tanto, de recuperar la capacidad negociadora de las partes, rompiendo la dinámica de la confrontación y la crispación que invade en nuestro tiempo las relaciones sociales.

Es una buena medida, pero queda mucho trabajo por hacer, para tratar de conseguir que los ciudadanos entiendan que la mediación les puede servir para satisfacer las necesidades de justicia, y que no es un requisito para acceder a la misma porque de ser así se convertiría en mero trámite burocrático.