Estamos asistiendo a una nueva era en la Sanidad. Cambios que se venían venir, pero que la pandemia ha dejado al descubierto. Esta situación ha provocado que los datos sobre cronicidad, que es un tema que preocupa en gran medida a la Unión Europea, se disparen. La vuelta a la normalidad hará que nos enfrentemos a unas cifras muy elevadas de cronicidad, ya que, a los incrementos esperados, se sumarán casos que no se han diagnosticado, aquellos cuya gravedad ha aumentado por la falta de adherencia y los derivados de las secuelas producidas por la covid-19. 

Pero, ¿va a desaparecer el virus o conviviremos con él durante mucho tiempo? Por lo que parece, es de esperar que vaya a ser un compañero de viaje duradero, al igual que la gripe.

Ante esta situación no solo tendremos que luchar por una Sanidad Global, sino también por una “Atención Sanitaria Global”, donde se integre a todos los sanitarios. El sistema no va a poder soportar la demanda que supone una atención sanitaria con la calidad que todos deseamos. Está claro que, aunque hay competencias exclusivas, muchos servicios al paciente son transversales y los pacientes, como muy bien han manifestado en distintas ocasiones, lo único que quieren es ser atendidos con la calidad que se merecen por un profesional cualificado que soluciones sus problemas y, por tanto, no entran en el debate de lo público o lo privado. Solo quieren soluciones.

La administración sanitaria lucha contra los bulos relativos a la salud, pero a veces no solo no lo hace contra los sanitarios, sino que, además los alimenta. Hay una creencia falsa que se ha difundido desde la propia administración de que la sanidad es “gratuita”. Esto es rotundamente falso. Cada servicio añadido supone un coste más alto para el ciudadano. Si bien es cierto que quien más gana más paga, proporcionalmente paga mucho más el que menos tiene, ya que los recursos de la sanidad no solo provienen del IRPF, sino de las cotizaciones en nómina y de todos los impuestos que muchos no perciben, pero que están en nuestro día a día, tan asumidos que ni los consideramos como un pago extra. 

Los servicios farmacéuticos han sido fundamentales estos últimos meses. Levante-EMV

No pagar directamente y en el momento la atención sanitaria prestada no significa que no la estemos pagando. Por tanto, hay que gestionar mejor la sanidad, aprovechar todos los recursos disponibles y no entrar en el debate estéril de si la atención recibida parte del sistema público o del privado. Sanidad es sanidad, es atención al enfermo y debe ser ágil. 

Centrarse en la atención sanitaria de primer nivel es fundamental, ya que supondría una importante disminución de gastos. Mientras se espera un diagnóstico o una cirugía se consumen medicamentos, se acude a urgencias o se producen hospitalizaciones. De ahí la importancia de realizar cribados y evitar una detección tardía de la enfermedad que suponga no solo un mayor coste para el sistema, sino lo que es más importante: un mayor e innecesario sufrimiento del paciente.

Deben acabarse ya las situaciones en las que algunos colectivos de profesionales de la sanidad impidan la participación y colaboración de otros profesionales sanitarios preparados y cualificados. La sanidad depende de todos, sin excepciones. 

Entre estos profesionales apartados de la sanidad por la propia administración o por otros colectivos sanitarios está el farmacéutico, que, con su formación universitaria, posee una serie de habilidades y conocimientos para realizar más funciones de las que se conocen y solucionar problemas que son necesarios y están por atender. Y es entonces cuando se produce la paradoja: no se quiere su participación en el sistema, pero, al mismo tiempo, el ciudadano está desatendido. Esta situación deberá acabar o el sistema sanitario como lo conocemos tendrá un tiempo finito.

Sede del Muy Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos (MICOF) en Paterna. Levante-EMV

La pandemia ha producido muchos cambios, pero exige decisiones urgentes. Y, entre ellas, está la participación del farmacéutico en el sistema sanitario, atendiendo síntomas menores en establecimientos cercanos y accesibles al ciudadano y en horarios amplios que permite realizar una labor asistencial que alivia la sobrecarga de Atención Primaria en los Centros de Salud; vigilando el estado de salud de los pacientes, haciendo cribados que permitan detectar a tiempo enfermedades crónicas o peligrosas si no se actúa de manera temprana; ofreciendo consejos de salud y fomentando el autocuidado entre los ciudadanos para evitar que caigan enfermos o al menos, que no lo hagan tan a menudo; asumiendo nuevos roles y papeles dentro de la sanidad para que las campañas de vacunación o de detección de enfermedades infecciosas se trasladen también a la farmacia y así conseguir que sean más efectivas y limitar su propagación… 

Y para todo ello, los farmacéuticos tendemos la mano. Otra cosa es que quien tenga que hacerlo quiera aprovechar esa ayuda.