Quién nos iba a decir que estaríamos en esta parte de la historia cuando abrimos la primera página. ¿Qué cuento te has contado tú? ¿O has preferido no contártelo? A estas alturas de la pandemia, utilizar la imaginación es una opción; vivir con los pies en el suelo, otra. Dos opciones, dos actitudes. ¿Cuál nos hace sentir mejor cuando lo que está por venir no está escrito? ¿Qué opción nos mantiene los pies más calientes ahora que el frío de la incertidumbre empieza a calar los huesos?

Nos asomamos a este nuevo año con un pupurri de emociones y con proyectos en borrador. Ya no nos atrevemos tanto a hacer propósitos para el 2021. Qué bien nos sienta el presente cuando sabemos que es lo único seguro. Los propósitos han perdido popularidad, ya no están de moda. No nos convencen. Demasiadas cosas se han movido del punto en el que estaban en nuestras vidas. El escepticismo se sienta ahora en nuestras mesas, como uno más de la familia.

Luego está la otra parte. En la dualidad nos movemos. Y con la llegada del 2021 se escuchan ecos de esperanza y de deseos. Somos seres de costumbres, no nos olvidemos. Hace unos días, despedíamos el 2020 a patadas como si la causa de nuestra situación perteneciera a un número o a un año y pudiéramos cerrarle la puerta en las narices. Y así recibimos al 2021, como un príncipe azul para algunos, que viene a rescatarnos de este cuento no deseado.

Imaginación y realismo. Todo en su justa medida.

Miremos hacia el futuro con ilusión, la que nos podemos ofrecer a nosotros mismos, imaginando planes y proyectos cuando la crisis sanitaria pase. Imaginemos, ¿por qué no? La ilusión nos trae sensaciones agradables, emociones positivas, esperanza para continuar y poder recuperar antiguos hábitos que tanto echamos de menos. Necesitamos imaginarnos en otra situación, de vez en cuando, para recuperar esa parte de nosotros mismos que hemos guardado en un cajón, muy sensatamente.

Imagina, pero no te confundas. Coloca cada cosa en su lugar. La imaginación te transporta, pero tú debes regresar. Nuestra mente necesita evadirse y mirar con los ojos de lo posible, pero sin perder el contacto con lo que es.

En términos culinarios, ahora que venimos de mesas pobladas de cantidades de víveres desproporcionadas, lo que más nos conviene para afrontar el 2021 es un plato combinado, en el que el equilibrio entre ingredientes sea lo mejor para nuestra salud.

Por eso, para mantener una buena salud mental, aliméntate de ilusión, pero en las dosis que te beneficien. Demasiado deseo, demasiadas nubes, demasiados propósitos en tiempos de limitaciones pueden colocarte en la casilla de la frustración y en el desánimo y ese atracón de imaginación es pan para hoy y mucha hambre emocional para mañana. Demasiado en contacto con el suelo te acerca a la frialdad del terreno, a los desniveles, al cansancio, a la culpa y al no puedo más. Emociones negativas que poco nos aportan durante esta carrera de fondo.

El plato combinado, la combinación adecuada, la alimentación para el alma en estos tiempos y comienzo de las historias de 2021 es visualizar nuevos planes a medio y largo plazo, sin muchas expectativas, las justas para ponernos en marcha en nuestro día a día; hablar de esos planes con amigos, familia, con nosotros mismos e imaginar sensaciones de disfrute y bienestar; además de decirnos verdades, con voz suave, como se lo diríamos a los que más queremos, pero siendo honestos con lo que tenemos que afrontar y con lo que podemos afrontar. Honestos con nuestros recursos, nuestra situación y la de los que están cerca. Sin olvidarnos de que los platos compartidos, en esta nuestra cultura mediterránea, saben mejor.

¿Y tú, qué plato estás preparando para el 2021? Da igual a quién sientes en la mesa este año, ya sea la incertidumbre o a los amigos. Asegúrate de que la vida que te sirves es la vida que puedes digerir. La realidad no es fácil de tragar estos días, pero siempre podemos encontrar la manera de degustarla. Condiméntala a tu gusto. ¡Qué aproveche!