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Milagros García Barbero

Una situación insostenible

   España está en una situación crítica de contagios, por encima de todos los países de la UE excepto Portugal y Chequia, aunque la situación varía día a día. En este momento estamos pagando la relajación de las medidas desde primeros de diciembre, las aglomeraciones de las compras navideñas y las celebraciones familiares y de amigos. A pesar de todas las llamadas de atención de los expertos, la tibieza de las medidas tomadas durante todo el mes de diciembre por algunas Comunidades Autónomas (CCAA) y el Gobierno central con propósito de «salvar la Navidad», aun a riesgo de que se desarrollara la anunciada tercera ola, unido a la falta de responsabilidad ciudadana nos han llevado a la situación epidemiológica insostenible en el momento actual. La tercera ola se ha solapado con la segunda, sin dar tiempo a que se aplanara la curva y hemos llegado al nivel de saturación de los sistemas sanitarios. El black friday, el puente de la Constitución, la Nochebuena y Navidad, Nochevieja y Reyes, han ido encadenando un aumento de los contagios que se empezaron a manifestar a los 15 días después del black friday y que no han parado de subir desde entonces.

A 21 de enero la incidencia acumulada media en España era de 795 casos por cada 100.000 habitantes, con mas de 44.300 contagios detectados en 24 horas, que se suman a los 82.467 del fin del fin de semana, de los cuales 8.453 corresponden a la Comunidad Valenciana y 3.806 a Alicante. En ese momento la cifra total de contagiados detectados en la Comunidad era de 58.358. La incidencia acumulada en los últimos 14 días en la Comunidad Valenciana se duplicaba en una semana hasta alcanzar lo 983 casos por 100.00 habitantes superada únicamente por Madrid y Extremadura, cuando el nivel aceptable se había puesto en menos de 50. El número de fallecidos en la Comunidad era de 3.679 superado por Madrid, Castilla La Mancha, Castilla León y Cataluña, de los cuales 95 han fallecido este pasado fin de semana y 40 más en las últimas 24 horas.

Una situación insostenible

La cifra de fallecidos y la de saturación del sistema sanitario son los dos indicadores que realmente determinan la gravedad de la situación. Puesto que la cifra de contagios detectados incluye gran número de personas asintomáticas o con síntomas leves que en la mayoría de los casos no corren peligro, aunque si representan un peligro para sus convivientes o conciudadanos por su capacidad infectiva, de ahí la necesidad de que se respete la cuarentena. Desde estas navidades se ven grupos familiares donde se han contagiado todos sus miembros, algunos han tenido que ser ingresados incluso en la UCI y alguno ha fallecido. Me pregunto como se sentirá la persona que ha infectado o perdido algún ser querido o amigo por no haber cumplido las mínimas medidas de seguridad.

La saturación del sistema sanitario de la Comunidad Valenciana está muy por encima de los límites aconsejados. La ocupación de camas hospitalarias ordinarias en la Comunidad ha alcanzado el 39% mientras que el limite aceptable de ocupación es un 20 %, y la ocupación de las UCI está casi al 54%, casi el triple de lo aconsejado. De hecho, la Comunidad el lunes 18 de enero empezó a trasladar pacientes de covid-19 que se encuentran en situación clínica leve o moderada a los hospitales de campaña de Valencia y Alicante para aliviar la presión hospitalaria. Como ya hemos comentado en otras ocasiones, el problema de la saturación hospitalaria y de las UCIS tiene una doble vertiente. Por un lado, la escasa rotación de los pacientes de Covid-19 cuya permanencia puede llegar a varios meses, es muy baja, dejando al hospital prácticamente sin capacidad de maniobra, salvo la ampliación del número de camas en otras zonas como pueden ser los quirófanos o salas de reanimación. La otra vertiente es el impacto que tiene sobre las patologías habituales el tener las camas ocupadas con una sola enfermedad. La Comunidad Valenciana ha cancelado todas las cirugías programadas y pruebas diagnósticas no urgentes que ahora pueden retrasarse meses, con el consiguiente perjuicio para estas personas

Además, se está viendo que los enfermos que han estado en las UCI pueden tener un alto número de secuelas importantes que afectan a los distintos órganos y sistemas y no solo al pulmón. Hay una afectación vascular que puede producir además de la insuficiencia respiratoria, insuficiencia renal, debilidad muscular, ausencia de olfato y gusto, complicaciones neurológicas y cardiovasculares de las que todavía no sabemos el tiempo que pueden tardar en recuperarse.

Aunque es más fácil evaluar la saturación de los hospitales, hay que tener muy en cuenta la saturación de la atención primaria, que tiene que realizar las tareas de rastreo y seguimiento a las que se les ha unido la campaña de vacunación, además del seguimiento de sus pacientes con otras patologías. El portavoz del Foro de Médicos de Atención Primaria, Ignacio Domingo asegura que la situación en los centros de salud es de «saturación y colapso» y que en Alicante la saturación en la atención primaria viene existiendo desde antes de navidades y que ahora la situación se ha ido de las manos ante la ingente cantidad de contactos derivados de las fiestas y el elevado número de pruebas diagnósticas que se hacen diariamente». Con el aumento de contagios por Covid la mayoría de los recursos se han dedicado a esta enfermedad sin aumentar los recursos necesarios para poder abordar todas las nuevas tareas.

La indisciplina de los ciudadanos y la tibieza de las medidas políticas, obliga actualmente a tomar medidas más drásticas de las aplicadas hasta ahora si no queremos que el número de fallecidos siga aumentando. A pesar de que la Comunidad Valenciana ha aplicado medidas más restrictivas que otras comunidades, como el confinamiento perimetral de la comunidad, durante toda la Navidad o de municipios concretos, el toque de queda a las 10 de la noche, y la limitación de 6 personas en reuniones familiares o de amigos, está claro que estas medidas no han sido suficientes para cortar la transmisión y evitar el colapso del sistema sanitario. El lunes 18 de enero Ximo Puig, presidente de la Comunidad Valenciana, anunciaba que: «Tenemos que cortar de manera drástica los contactos sociales», para lo que se impondrían, a partir del 21 de enero, tres medidas drásticas: el cierre total de la hostelería, de las instalaciones deportivas y del comercio no esencial a las 18,00 horas y bajar el toque de queda a las 20,00 horas si el estado de alarma lo permitiera.

El 80% de los contagiados se achaca a contactos sociales y familiares. Los ciudadanos deberían ser conscientes de que es su comportamiento el que nos ha llevado a la situación actual y a la necesidad de tomar medidas tan drásticas. Lo malo es que muchas personas se han comportado de manera responsable y acaban pagando la irresponsabilidad de una minoría inconsciente y egoísta, pero cuya conducta es muchas veces sino justificada si aceptada por gran parte de la sociedad.

La constante de las medidas desde que se inició la pandemia es que se toman tarde y se cumplen mal. Cada vez que las CCAA solicitan que se cambie el estado de alarma para poder implementar confinamientos domiciliarios quirúrgicos o ampliar las horas del toque de queda, el ministro Salvador Illa, dice que «se valorara». Parece que lo que no quiere es pelear otra vez el estado de alarma en el parlamento. Es lógico que se quiera mantener un equilibrio entre contener la pandemia y mantener la economía, pero el resultado es que por un lado la falta de salud, el miedo de los ciudadanos al contagio y la caída de la necesidad del consumo no necesario, grabará más la economía que si se hubieran tomado medidas más drásticas como el confinamiento domiciliario corto en diciembre, como vienen pidiendo la mayoría de los expertos. Mientras que el ministerio lo valora, el número de contagiados y fallecidos sigue aumentando. Como decía un comentarista ante la insistencia de Salvador Illa de que el estado de alarma actual permite tomar medidas suficientemente drásticas «pongamos el estado de alarma desde la 1 hasta las 24 horas», que por cierto tampoco lo permite el estado de alarma actual.

Podemos achacarles a los políticos una tibieza en las medidas, pero la culpa de la situación en la que nos encontramos en este momento es únicamente nuestra. No creo que exista un solo ciudadano con capacidad cognitiva que no sepa cual son las medidas preventivas que tiene que seguir y sin embargo un número de ellos, si no está prohibido, y aún así, no son capaces de seguirlas.

La vacuna nos abre una puerta a la esperanza, pero tardaremos meses hasta conseguir la inmunidad de grupo. La Comunidad Valenciana ha administrado un 89.3% de las vacunas suministradas, la segunda después de Melilla y Cantabria, pero hay que tener en cuenta que la inmunidad se adquiere durante la semana siguiente a la inyección de la segunda dosis y que hasta ese momento seguimos siendo tan vulnerables al contagio como antes de vacunarnos. Aunque parece que después de la primera dosis el numero de infecciones disminuye en un 30%, la casuística es todavía pequeña. El mensaje debería ser, la vacuna nos abre una puerta para llegar a controlar la pandemia, pero mientras esto ocurra hay que seguir mantenido las medidas de seguridad.

Necesitamos disminuir el número de contagios y los ingresos hospitalarios, hasta que podamos estar todos vacunados, y para ello tenemos que cumplir a rajatabla las medidas de seguridad: mascarilla, distanciamiento y lavado de manos y permanecer lo más posible en casa. No podemos bajar la guardia todavía, no mal utilicemos los recursos sanitarios y llegaremos a la vacunación en las mejores condiciones. Podemos buscar todo tipo de excusas y culpabilidades, pero la responsabilidad es nuestra.

Puesto que parece que para que seamos responsables, tiene que estar prohibido. El Gobierno debe asumir su responsabilidad y permitir que las CCAA puedan aplicar medidas más restrictivas como confinamientos domiciliario quirúrgicos o toques de queda tempranos, que la interterritorial acuerde medidas para todas las autonomías y los presidentes autonómicos se responsabilicen de llevarlas a cabo de acuerdo con los indicadores de cada comunidad, y que los ciudadanos se mentalicen de que el vencer al virus está en sus manos. Se ha repetido hasta la saciedad que el virus no entiende de fronteras, ni clases ni de partidos políticos, pero seguimos pensando que esas cosas no van con nosotros. Los mensajes de protección siguen siendo los mismos desde el principio de la pandemia, distanciamiento, mascarillas y lavado de manos y el menor número de contactos posible hasta que todos estemos inmunizados. 

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