Ha manifestado Ángel Luna, Síndic de Greuges, que su organismo acumula numerosas reclamaciones relacionadas con las prestaciones sociales, que es indudable el tapón burocrático y que, en definitiva, la clase política no camina al ritmo de los problemas de los ciudadanos. Denunciaba la falta de un procedimiento ágil, cuando no coordinado, en la concesión urgente de muchas de esas ayudas.

Las quejas en materia de apoyo social no parecen ser tenidas en cuenta tradicionalmente por los responsables de las políticas sociales. Desde los albores de nuestra democracia, gobierne el partido que gobierne, se viene hablando de la necesaria «coordinación», como si fuera una asignatura siempre por recuperar o una utopía

Ocurre y ha ocurrido que el partido que dirige la conselleria del ramo, celoso de sus competencias, no ve con buenos ojos compartir parte de ellas. Al fin y al cabo es su feudo y su plataforma de poder. Y eso sucede tanto en gobiernos monocolores como de coalición. En el primer caso serán las familias políticas las que se repartan las parcelas, como si de un botín se tratara; en el segundo, procederán de igual forma las formaciones socias de gobierno. Los posteriores intentos de coordinación suelen acabar en agencias que nunca consiguen aunar esfuerzos y sí colocar a más afines. Y lo mismo ocurre en los ayuntamientos, donde las concejalías se convierten en reinos de taifas donde la transversalidad que propicia la coordinación no suele ser denominador común en los entes locales.

Sirva como ejemplo la nula respuesta del Ayuntamiento de València a la queja del Síndic cuando, al final de la primera ola del coronavirus, señalaba que uno de los motivos de los retrasos en la Renta de Inclusión durante los meses de confinamiento era la disparidad de criterios entre ayuntamientos y la Conselleria de Igualdad. Luna ha puesto la guinda recientemente al señalar la descoordinación entre la Generalitat y el Gobierno como causa del fiasco del Ingreso Mínimo Vital. El caso es que en la ciudad de València hay casi nueve mil peticiones de dependientes atascadas... ¡y vuelve a señalarse a defectos en el modelo de relación entre administraciones!

El propio alcalde de València aprobó en verano, con el apoyo del resto de formaciones excepto Vox, el Acuerdo de Reconstrucción y curiosamente en el apartado de asuntos sociales apenas aludía a la coordinación. Y eso que su compromiso electoral de hace poco más de un año era que existiese una coordinación efectiva en los sistemas educativos, sociales, de salud, igualdad... ¿Hasta cuándo habrá que seguir esperando el milagro de la coordinación?