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Javier Cuervo

Un número de necios estable

Vivimos la peor ola vírica porque, en cuanto estuvimos pasablemente, nos aprestamos para estar mal, como habíamos hecho en la desescalada descalabrada del verano. ¿Habrá consolado a los muertos salvar su última navidad? “Igual estas son las últimas navidades que celebramos todos juntos”. A partir de una edad hay personas que cuentan la vida en navidades como hay políticos que cuentan su cargo en telediarios. Con la puntería de su humor, el dramaturgo Maxi Rodríguez publicó el artículo “Salvemos San Valentín” el mismo día en que algunas cofradías, devotas de la salud, anunciaron que no procesionarán en Semana Santa.

Para muchas personas la navidad se celebró sin cumplir los rituales del exceso como si no pasara nada, pero un año de exposición al coronavirus todavía no ha enseñado nada a un porcentaje estable de necios que ayudó a la muerte de algunos y a la peor vida de todos. La falta de respeto a la distancia ha implantado la mascarilla devocional en público y la ausencia de juicio ha recomendado una medida como el toque de queda, innecesaria en una sociedad de ciudadanos responsables. Las llamadas al autoconfinamiento -ante la imposibilidad de imponerlo- sólo las oyen las personas conscientes.

Los inconscientes únicamente atienden la prohibición para sacar la cacerola a meter ruido. Siguen el razonamiento de que, si no está prohibido, está permitido; si está permitido, se puede y, si se puede, se hace. Se pierden ante la pregunta ¿se puede, pero se debe hacer? porque ¡cómo puede ser que no deba hacerlo y no esté prohibido! Así funcionan las cabezas a las que les gustan las órdenes claras y los liderazgos fuertes. No es raro que piensen así. Lo que oímos como paradigma de libertad es que lo no está prohibido está permitido y contiene una oportunidad y vemos que las nuevas tecnologías, los productos financieros y el tráfico de drogas hacen fortuna yendo por delante de molestas limitaciones y siguiendo el único objetivo del beneficio, sin nada que medie lo inmediato ni mida las consecuencias.

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