Con una tasa del 40,1% de desempleo en los jóvenes, según la última Encuesta de Población Activa (2020), ¿cómo puede decir la vicepresidenta tercera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital Nadia Calviño que los datos del desempleo en España son "positivos". ¿Cómo van a ser positivos si somos el país de la Unión Europea que tiene la tasa de desempleo juvenil más alta?

Para los profesores Diaz y Tezanos, en su libro La cuestión juvenil ¿una generación sin futuro? (2017), el panorama de los jóvenes es “sumamente negativo sobre su situación laboral, económica y social, con escasas expectativas positivas de futuro”. En estas circunstancias, no es de extrañar que los jóvenes se sientan “maltratados” y que piensen que “la sociedad no hace por ellos todo lo que se debería - y podría - hacer”.

La pregunta que cabe plantearse ahora es: ¿qué ha mejorado desde entonces? Parece que poco o casi nada porque somos el país europeo con la tasa más alta de paro juvenil; porque muchos de nuestros jóvenes recién licenciados deben marcharse de España para conseguir un trabajo; y porque, según el Observatorio de Emancipación Juvenil, “solo el 17% de las personas jóvenes españolas viven emancipadas”. Además, el Consejo de la Juventud de España (CJE), en su último informe (2020), muestra que solo 3 de cada 10 jóvenes tienen un empleo y, al menos un tercio de las personas jóvenes con empleo, se encuentran en situación de ERTE.

Señora ministra: “la combinación de altos niveles de paro, bajos salarios y elevados precios del alquiler tiene graves consecuencias para las personas jóvenes” y, de hecho, “1 de cada 5 jóvenes se encuentra en riesgo de pobreza y/o exclusión social”, según el informe del CJE. No podemos olvidar que, cuando hablamos de estas cifras, estamos hablando de personas con nombres y apellidos y que son ciudadanos con derechos, como recoge nuestra Constitución en su artículo 35: “Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo”.

Es urgente que el Gobierno de la nación y en nuestro caso, de la Comunidad Valenciana tomen buena nota y resuelva esta situación. Hay programas de empleo formación para los jóvenes que dieron muy buenos resultados, utilícenlos. Hay jóvenes que tienen muy buenas ideas, tenemos emprendedores, deles las herramientas para que pongan en marcha sus proyectos; traten con los agentes sociales hasta la saciedad, escuchen a los jóvenes y sus asociaciones y a los expertos en temas de juventud… salgan de su zona de confort y apuesten por nuestros jóvenes por su futuro ofreciéndoles formación y empleo.

En este momento cabe preguntarse no solo qué se debe hacer sino también qué no se ha hecho y por qué para llegar a esta situación con los jóvenes. Como explica Victoria Camps en su libro Virtudes pública, “el aburrimiento que produce el paro es una patología social cuyos efectos conocemos de sobra, es especial en la población joven: alcoholismo, drogas, marginación, delincuencia”.

Por último, recordando a José Luis Sampedro, en la entrevista Encuentro POR los Jóvenes (2011) hacía hincapié en el futuro que tienen los jóvenes por delante, “tenéis el deber de vivir”, afirmaba Sampedro, hay que pensar en el futuro y que la gente se lo crea.