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Elena Fernández-Pello

Feminismo Medieval

La tentación de juzgar el pasado con los ojos del presente

Imagen Leonor de Aquitania y Enrique II, en una miniatura medieval.

Leonor de Aquitania protagoniza la novela con la que Eva García Sáenz de Urturi ganó la última edición del premio “Planeta”. Se titula “Aquitania” y es un thriller histórico en torno a la figura de quien primero fue reina consorte de Francia, por su matrimonio con Luis VII, y años después de Inglaterra, al casarse con Enrique II.

El de Sáenz de Urturi no es el primero ni será el último libro por cuyas páginas pasará la noble francesa. Sin ir muy lejos ni muy atrás en el tiempo, en 2017 José María Pérez Peridis le dedicó “La maldición de la reina Leonor”. Leonor tuvo una vida larga y novelesca, que da para muchos relatos y para muchas reflexiones.

Nació a principios del siglo XII en la ciudad francesa de Poitiers, su padre, Guillermo X, murió a los pies del altar de la catedral de Santiago de Compostela, adonde había llegado en peregrinación, y la dejó huérfana a los 13 años. Leonor se puso al frente del ducado de Aquitania, que se extendía desde los Pirineos hasta Normandía y un par de años después se casó con quien, poco después, subió al trono de Francia como Luis VII. Juntos se fueron de Cruzadas, porque Leonor se empeñó en ello, y regresaron intactos, pero con el matrimonio hecho trizas. Se habían instalado en la ciudad de Antioquía y allí, según las murmuraciones, la reina se dejó llevar por la pasión turca.

Un par de meses tardó Leonor en reemplazar la Corona de Francia por la de Inglaterra. Se casó con Enrique II, le dio ocho hijos y con el tiempo alentó a tres de ellos a rebelarse contra su padre. La insurrección familiar no acabo bien para ella, y acabó enclaustrada durante más de diez años.

Tiempos salvajes, pese a los que Leonor de Aquitania, que en su siglo fue tenida como la mujer más poderosa de Occidente, sacó tiempo, entre intriga e intriga, para la poesía y la literatura. Mecenas de las artes y la intelectualidad, convirtió su corte de Poitiers en uno de los grandes centros culturales de su época y lo mismo hizo luego con la abadía de Fontevraud, en Anjou, donde se retiró y donde transcurrieron sus últimos años de vida. Allí yacen sus restos mortales, en una tumba donde se la representa recostada aplaciblemente y leyendo un libro.

Sin duda Leonor fue una mujer fuerte y decidida, que hizo valer sus derechos, especialmente sobre el ducado de Aquitania, y que fue tenida por mujer liberada y emancipada ya en su tiempo, y criticada severamente por ello, por cierto, pero juzgar el pasado con los ojos el presente no ayuda a entender el devenir de la historia. “Afirmar que Leonor era feminista es un tanto arriesgado”, advierte Ana María Iglesias Botrán, profesora de Filología Francesa de la Universidad de Valladolid, en el artículo que dedica a la noble francesa en la plataforma “The Conversation”.

En esa tentación de clasificar a personajes del pasado con las categorías actuales es fácil caer y a veces resulta divertido, incluso revelador, pero desde hace unos años, abundan las relecturas feministas de infinidad de biografías y en ocasiones, de tan retorcidas, acaban desvirtuando el valor que las vidas de esas mujeres tienen en sí mismas y en el transcurso del tiempo. Leonor de Aquitania fue una mujer excepcional, admirable en muchos aspectos. No hay por qué ir más allá.

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