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Juan Tapia

¿Deshielo poselectoral?

En las elecciones del próximo domingo tres fuerzas se disputan el primer puesto: PSC, ERC y JxCat, pero no se sabe a quién perjudicará más la abstención, que será más alta que en 2015 y 2017

Nadie sabe el resultado de las elecciones del domingo, pero el todo Madrid está pendiente. El futuro inmediato de Cataluña y el de la legislatura española están en juego.

Algunas encuestas (CIS, Gesop) dicen que el PSC ganará. Otras (CEO, Gad-3) que ERC llegara primera. Y no se puede descartar que al final JxCat dé la sorpresa como ya pasó en 2017 al quedar por delante de ERC (aunque detrás de Cs). Pero todo está abierto porque las encuestas se mueven en márgenes de error que no las hacen concluyentes. Lo único seguro es que hay tres partidos en cabeza, PSC, ERC y JxCat, pero no se sabe a quién perjudicará más la abstención, que será más alta que en 2015 y 2017.

Incluso la fuerza de gravedad catalana de los últimos años -la mayoría absoluta de la suma independentista- está en el aire. El CIS da a dicha suma un 43% del voto, más cerca del 40% de las legislativas que del 48% de las autonómicas. Sería una revolución: el independentismo perdería su mayoría absoluta.

Vayamos a datos más sólidos -menos manipulables- que la estimación de voto. Según el CIS, el 32% de los encuestados cree que ERC ganará las elecciones, seguida por el PSC (17%) y JxCat (8%). Pero cuando la pregunta es ¿qué partido preferiría que fuera el ganador?, la respuesta es otra: el 19% dice que el PSC, seguido por ERC (16%) y JxCat (9%). Salvador Illa (PSC) es el preferido como presidente, pero porque así lo dicen bastantes votantes de Cs y de los comunes.

Sigue pues la incógnita de los resultados, lo que dificulta especular sobre el futuro Gobierno. Hay consenso en que, si el independentismo vuelve a sumar, otro Gobierno de este signo será irremediable. Pero ni esto es seguro, porque la incompatibilidad entre ERC y JxCat es grande, espesa y creciente. Y el necesario apoyo de las CUP es como tirar una moneda al aire pues los anticapitalistas vuelven a estar divididos y han desautorizado varias veces a su candidata.

Otro Gobierno independentista no sería lo mejor. Ya se ha visto en los últimos años -desde 2016- que no ha servido ni para la independencia (imposible hoy sin un imposible acuerdo con el Gobierno de España), ni para normalizar la vida catalana. Sería seguir en un conflicto esterilizador. Pero tampoco parece posible que se pueda formar una coalición de independentistas y constitucionalistas (el tripartito ERC, PSC y comunes). El gran obstáculo es el referéndum de autodeterminación.

Sí sería posible, si el independentismo repite mayoría, ERC adelanta a JxCat, y el entendimiento entre ambas resulta imposible, un Gobierno minoritario de ERC y los comunes. Y si el independentismo no suma y el PSC es la primera fuerza, un Gobierno también minoritario del PSC con los comunes, la fórmula que Illa ha indicado que prefiere.

Todo complejo. El conflicto catalán se está desinflamando, pero el ‘desprocés’ será lento y espinoso. Tardó 11 años, de la aprobación del Estatut de 2006 a la DUI de 2017, en llegar al punto máximo y precisa un tiempo de diálogo y suavización de posiciones extremas. La resolución del conflicto es, a corto plazo, una quimera.

Pero ha habido pasos significativos. Que ERC votara unos Presupuestos de España demostró una cierta aceptación de la realidad. Como lo ha sido que, en plena campaña electoral, el PSOE votara el jueves una propuesta de ERC para volver a reunir tras las elecciones la mesa de diálogo entre los dos gobiernos. Votaron a favor, además de ERC, el PSOE, Podemos, los nacionalistas vascos y el PDECat (los exconvergentes contrarios a Puigdemont). En contra, Vox, PP, Cs, JxCat y las CUP. 187 votos (el 53% del Congreso) a favor y 155 (el 43%) en contra.

Esta votación, comprometida para ERC y para el PSOE en plena campaña, indica que es posible, aunque estrecho, el camino a un difícil diálogo. Por eso el domingo sería relevante que ERC y el PSC (o el PSC y ERC), las dos primeras fuerzas en las últimas legislativas y municipales, afirmaran posiciones. El Gobierno entre ambos (o el tripartito con los comunes) es imposible. Pero sí se podría iniciar un deshielo entre las dos mitades de Cataluña. Y el deshielo interno -tan complicado como el de dos hermanos peleados por una herencia- es indispensable para tener capacidad de negociar.

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