Opinión
Le conocí en la charcutería
La pandemia ha puesto patas arriba todo. Nuestra vida social ha saltado por los aires, igual que las posibilidades de relacionarnos y de conocer gente, con los bares, restaurantes, cines, teatros, gimnasios y otros lugares de encuentro cerrados. Sin viajes, sin grupos de senderismo, sin clases de baile, sin excursiones organizadas a donde sea. Pero no hay como las adversidades para afilar la imaginación, y una cadena de supermercados de Alemania se ha inventado una idea que seguro que muchos copiarán: haz la compra y liga a la vez. Más práctico imposible. Ir al súper es de las pocas cosas que aún podemos hacer para toparnos con otros congéneres. Los viernes, de seis a ocho de la tarde, los solteros que van a comprar y buscan pareja se cuelgan un número que indica que están abiertos a que la vida les sorprenda. A saber en qué puede acabar un cruce de miradas en la charcutería, mientras pides salchichón. El choque de dos carros en el pasillo de las legumbres. El roce con una mano ajena al coger un paquete (o cinco) de papel higiénico. Las reglas de este extraño mundo impuesto por el coronavirus no contienen a la vida cuando se desata. Hay quien tropieza con el amor en los sitios más insospechados. Hasta en un pipicán. Por qué no en un supermercado.
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