Las teorías sobre la necesidad de admitir otros puntos de vista y ponernos en el lugar del otro están a la orden del día, pero en un tiempo en el que aceptar cualquier opción vital parece obligatorio, sigue habiendo temas que suscitan un debate casi violento y la sensación de que se atacan directamente los valores más arraigados.Porque hay asuntos en los que uno de los interlocutores se siente ofendido y agredido simplemente con que se le plantee que hay más opciones válidas que la propia. Porque hay asuntos que son más religión que la propia religión.Entre los temas que siempre suscitan encontronazos está la cerveza: sin discusión, la propia de tu lugar es siempre la mejor. En una especie de chauvinismo alcohólico, todo el mundo defiende que la de su ciudad o región le da mil vueltas a cualquier otra. Que si el lúpulo, que si la manera de servirla, que si los matices...Y qué decir de la tortilla de patatas: se podría dividir España en dos mitades (como siempre) entre #concebollistas y #sincebollistas, sin llegar jamás a una ‘entente cordiale’. La gastronomía en España es asunto muy serio: he presenciado explosivos debates sobre qué lleva o no una paella, que podrían haber llegado a conflicto diplomático por un quítame allá ese chorizo, o porque alguien se atreva a mantener que hay mejores croquetas que las de mi madre.También es absurdo pretender un acuerdo sobre el fútbol, sobre todo porque es un deporte en el que lo que da más alegrías es que pierda el contrario.Pero si quieren de verdad arruinar una reunión familiar, planteen, por muy sosegadamente que sea, que lo de ese sobrino saltando sobre el sofá con los zapatos llenos de barro no es de buena educación. Porque todos los padres creemos que educamos a nuestros hijos de la mejor manera posible y que nadie tiene el más mínimo derecho a reprender a nuestros pequeños tiranos.Y si ni aún con ello consiguen romper relaciones de modo irreversible, prueben con el veganismo, la tauromaquia, si mejor perros o gatos, o si la carta en la mesa pesa o presa.Lo de la política, ya si acaso, lo comentamos en otra ocasión.