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Va de bo

Alberto Soldado

Vacunas contra la rebeldía

Vacunas contra la rebeldía

Davos es la ciudad más alta de Europa y, allí en las montañas alpinas de la Suiza que guarda los dineros de los más ricos sinvergüenzas del mundo, se reúnen los grandes magnates empresariales y los dirigentes políticos, la mayoría de los cuales lo son con el empuje directo, indirecto o circunstancial de esos mismos magnates. Que se haga desde el lugar más alto de Europa, a más de 1500 metros de altitud, tiene su simbolismo, porque no hay nada que hagan estas gentes que no tenga su segunda lectura. Los tronos de los reyes están siempre en una posición de superioridad.

El Foro de Davos es un lugar de debate y de ideas y sus conclusiones son indicadores de los caminos que el mundo tomará y que no diferirá de los intereses del poderoso caballero don dinero. Sobre el poder del papel moneda podríamos extendernos en las opacidades de los contratos de compra de vacunas de la UE a las grandes farmacéuticas con nuestros impuestos, con el suyo y con el mío. Resulta que hay cláusulas de confidencialidad, incluso para los parlamentarios elegidos en urnas libres. Cláusulas que no me permite la hacienda de mi país, que persigue hasta la vidriola de mi nieta, ni se les permite al ayuntamiento de mi pueblo pero sí a las multinacionales que contratan con los gobiernos de la UE y con comisarios que nadie ha elegido. Dineros para proteger la vida, o para acabar con ella si fuera preciso. Tiene razón Iglesias al abrir el debate sobre la calidad de la democracia. Solo que se ha equivocado haciéndolo él, que no exhibe credenciales dignas de crédito y dirigiendo los tiros sólo a una parte de su país. Pero da para lo que da. En todo caso, y por si acaso se pone pesado, ya han empezado a tacharlo de populista.

Hay que estar atentos a lo que se propone en Davos. Este año se ha hablado de construir un mejor futuro para el trabajo, el desarrollo sostenible y el aprovechamiento de las tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial. Eso significa más o menos que vamos a ver qué hacemos porque no hay trabajo para los miles de millones de personas que ocupan el espacio vital. En todo caso los jóvenes no deben preocuparse: creamos una ‘paguica’ mensual para que puedan comer y les daremos sexo y drogas, que la vida son cuatro días y no es cuestión de andar rabiosos. Lo del desarrollo sostenible significa proteger el planeta. Se requieren jardineros que cuiden la belleza natural de las plantas y del aire que respiramos. Los jardines más bellos están en los espacios de climas templados. Por eso igual pasamos de luchar contra el calentamiento global que lo hacemos contra el enfriamiento atmosférico. El clima está cambiando, según todos los expertos que aparecen en todos los medios. Nadie con dos dedos de prudencia se atreve a cuestionarlo. Si Menéndez Pelayo se atrevió a abarcar la ‘Historia de los heterodoxos españoles’ en su afán por enaltecer la ortodoxia católica, estamos a la espera de que surja otro cerebro que haga lo propio pero con los heterodoxos de la corrección política. «Tras la pandemia, el mundo ya no será igual», dicen que ha dicho el presidente chino, que según se comenta hace negocios con la familia de Biden, el nuevo presidente de los nuevos Estados Unidos de América. Si Mao levantara la cabeza… Nuestro presidente, más inteligente de lo que parece, ya afirmó en su día eso de la «nueva normalidad», que es una ‘condratio in terminis’, como casi todo en estos tiempos, pero que anticipaba lo que nos espera: acostumbrarnos a sellar las bocas, a resignarnos con nuestra suerte y a vacunarnos contra la rebeldía.

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