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Serna

La justicia social: básica para resistir

Llámenme rara, pero soy de esas personas a las que, de vez en cuando, les gusta releer los programas electorales.

Siempre he entendido que el programa electoral, además de presentarse a la sociedad para poder emitir el voto, es también una hoja de ruta que nos guía en el proyecto de ciudad, de autonomía o de país con el que nos hemos comprometido a mejorar la vida de las personas, ahora y en el futuro. Es una especie de contrato que establecemos con cada uno de los ciudadanos y ciudadanas, nos hayan votado o no.

Si ya había quien me veía como un bicho raro al hacer tanta alusión a los compromisos con los que nos presentamos a las elecciones, en un momento como el de ahora vivimos, todavía más. Porque no podemos negar que una gran parte de los programas de gobierno, a corto plazo, ha saltado por los aires ante la urgencia de la pandemia provocada por la COVID19, y sus consecuencias económicas y sociales.

Como digo, aquellas ideas, planes y proyectos en los que comenzaban a trabajar quienes accedieron a labores de gobierno, han tenido que quedar, algunos, impulsados con menor fuerza de lo deseado y, otros, momentáneamente postergados. Eso sí, con mimo, como quien guarda un tesoro a recuperar tras este paréntesis de lucha contra la pandemia y sus consecuencias. Programas y propuestas encaminadas a hacer nuestras sociedades más prósperas y, en el caso de los socialistas, con un claro objetivo final, como es de la construcción de una sociedad socialmente justa con todos sus habitantes.

Aun así, me he releído nuestro programa. Es bueno, potente, ilusionante, igual que lo fue la reedición del Pacte del Botánic rubricado en el Castillo de Santa Bárbara de Alicante el 12 de junio 2019. No hace falta que les diga que en el proyecto con el que los socialistas valencianos nos presentamos a las elecciones autonómicas, y en las que nuestro presidente Ximo Puig revalidó su mayoría para seguir liderando el Consell, nada aparecía relacionado con la gestión de una pandemia.

Pero, ¿entonces sirve nuestro programa? En mi opinión, no solo sirve, sino que, en su esencia, está sirviendo y mucho. Y defiendo esta premisa atendiendo, primero a lo que son nuestros valores socialistas, aquel que caracteriza al gobierno de los socialistas valencianos como un gobierno de progreso, de progreso hacia la regeneración democrática, de progreso hacia el fortalecimiento del Estado de Bienestar, de progreso hacia la ampliación de derechos sociales y hacia un crecimiento económico que no deje de lado la justicia social.

Justicia social, a la que viene apelando el President Ximo Puig desde el principio de la pandemia, y que en estos días se concentra en estas palabras: “Es la hora de salvar vidas, ayudar a resistir y dar una respuesta justa y social para que nadie se quede al margen”. Y es que, como tantas veces hemos escuchado, cuando se tienen claros los valores, es más sencillo tomar decisiones. Y nuestros valores siempre caminan por la senda de rescatar a las personas, no dejar a nadie al margen, ni en los buenos momentos, ni, mucho menos, en los malos.

No dejar a nadie al margen, es y ha sido el espíritu de nuestros programas, está en nuestro ADN. Y ahora tiene su reflejo en el convencimiento de que tenemos la obligación de poner todo lo que esté en nuestras manos para actuar con agilidad y eficacia ante la situación de emergencia que estamos sufriendo. Y en ese punto, en el que los valores, la visión de sociedad, y la responsabilidad se unen, ha tomado forma en la gestión sanitaria, así como en propuestas tan ambiciosas como el Plan Resistir, dotado con 400 millones de euros en ayudas directas a los sectores más afectados. Sin duda, el plan autonómico más importante de España.

Se trata, como así ha defendido el propio Ximo Puig, de hacer lo que siempre hemos defendido: estimular la economía y el trabajo con recursos públicos y acertando en el gasto. Teniendo claro que de esta crisis no se sale con recortes, sino con políticas que eviten más sufrimiento y desigualdades en la ciudadanía. Eso es estar a la altura, de nuestros valores, y de lo que esperan de nosotros y nosotras; con empatía, con capacidad de escucha, y asumiendo, y afrontando, los errores que se puedan cometer.

Ahora queda seguir resistiendo, recordando a quienes nos han dejado por culpa de esta pandemia. Y salvar vidas, salvar empleos y salvar familias. Mantenernos responsables y, pese al cansancio, pese a la fatiga que en momentos amenaza por sobrepasarnos, seguir resistiendo ante la esperanza que nos abre el final de la pandemia gracias al proceso de vacunación. Resistir.

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